Page 135 - ¿Y si quedamos como amigos?
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que rodeaba con el brazo los hombros de Levi. Al verlos juntos, me di cuenta de lo
mucho que se parecían, dejando aparte el pelo oscuro de su padre.
Levi estaba tenso y no parecía muy risueño. Cuando su padre empezó a zarandearlo,
una sonrisa se extendió despacio por su cara.
La señora Rodgers volvió a tomar la palabra.
—Bruce y yo no sabemos cómo expresar lo mucho que Macallan significa para
nosotros, al igual que Bill y Adam. Nos recibieron con los brazos abiertos cuando
llegamos de la costa oeste y nos han hecho un sitio en su familia —se acercó a mí y me
tomó la mano—. Estoy más que agradecida de que Levi tenga una amiga tan cálida y
generosa.
Eché un vistazo a Levi, pero él estaba cabizbajo. A lo mejor necesitábamos algo así
para que las cosas volvieran a su lugar. Todo lo que había dicho su madre era verdad
(sobre todo eso de que yo era una persona cálida y generosa; olvidó mencionar
humilde).
A mi regreso, había estado distante con Levi, principalmente porque quería
acostumbrarme a la nueva situación. Luego, aquel día en la cocina de mi casa, Levi
empezó a acusarme y a decirme un montón de cosas horribles. Estaba convencida de
que volvería y se disculparía, pero no lo hizo.
Quería recuperar al antiguo Levi.
Aunque sólo fuera como amigo.
Cuando se me fue a la yugular, me di cuenta de lo delicada que era nuestra relación.
A pesar de todo, lo necesitaba tanto, lo consideraba una parte tan importante de mi
vida, que aceptaría las condiciones que me impusiera. Siempre planearía sobre
nosotros un sobrentendido, claro está. Una atracción mutua que no llegaría a
materializarse. Sin embargo, ¿valía la pena sacrificar nuestra amistad por un romance
de secundaria?
No. Mejor quedábamos como amigos.
Permanecí toda la noche a la espera. Durante los discursos y la cena, las canciones y
el pastel, durante el baile y los regalos. Esperaba y esperaba, convencida de que Levi
se acercaría y lo arreglaría todo.
Por desgracia, aguardaba una disculpa que nunca llegaría.
No sé qué me impulsó a acudir al último partido de futbol de la temporada. El tío Adam
aceptó encantado sentarse a mi lado en las gradas. No se perdía ni un partido de futbol
escolar, en los que lucía orgulloso su playera naranja y azul. Aquella tarde, asistí con la
excusa de animar a Danielle y a la banda de música. Incluso saludé unas cuantas veces
a Emily cuando salió al campo con las animadoras.
Eso me dije a mí misma. A decir verdad, quería estar allí por si le concedían a Levi
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