Page 80 - ¿Y si quedamos como amigos?
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             Miré a Levi, que me observaba atentamente.
             —Claro —añadió. Aunque no parecía muy seguro.
             —¡Genial! —Ian estaba encantado con la idea—. El próximo fin de semana vamos a
          una fiesta en casa de Keith.

             —¿Ah, sí?
             Yo no sabía que nos hubieran invitado a ninguna fiesta.
             —Sí,  ¿no  te  lo  había  dicho?  —negué  con  la  cabeza.  Él  prosiguió—.  Bueno,  pues
          podemos quedar antes para comer algo y luego vamos todos juntos.

             —Ah, sale.
             Levi se bajó del coche y me saludó con la mano antes de entrar a la casa.
             —¿Qué?  —Ian  se  acercó  a  mí—.  ¿Viste  qué  amable  soy  con  tu  mejor  amigo  del
          mundo? ¿Qué me merezco?

             —El privilegio de llevarme a casa —repuse con voz apagada.
             Él se echó a reír.
             —Eres lo máximo. Lo sabes, ¿verdad?
             Eso dicen por ahí.


          No sabía si debía sentirme mejor por el hecho de que a Levi se le antojaba tan poco
          como a mí la idea de la doble cita. Había coincidido con Carrie un par de veces, pero
          procuraba no imponer mi presencia. Sabía que el hecho de que la mejor amiga de Levi
          fuera una chica podía intimidarla.  Parecía alivianada y me caía bien, así que quería

          facilitarle las cosas.
             Además, había aprendido a llamar a los dormitorios antes de entrar, tanto metafórica
          como literalmente.
             El viernes, de camino al restaurante para celebrar la noche del pescado frito, los

          cuatro  guardábamos  un  extraño  silencio.  Le  dejé  a  Levi  el  asiento  del  copiloto,
          pensando  que  así  Ian  y  él  podrían  hablar  de  cosas  de  chicos  mientras  yo  intentaba
          conocer mejor a Carrie.
             —Me gusta tu falda —le comenté.  Llevaba una falda de color naranja con un top

          cruzado de cachemira en color beige.
             —Gracias. Tu ropa también es muy bonita —respondió, aunque yo sólo llevaba jeans
          y una playera negra normal y corriente. Obviamente, hacía esfuerzos por quedar bien.
             —Gracias.

             Me sonrió.
             —Y tu pelo es, o sea, increíble.
             Empezó a juguetear con su propia melena color miel.
             —Tu también tienes un pelo fantástico.

             Se encogió de hombros.


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