Page 82 - ¿Y si quedamos como amigos?
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sensación de orgullo. Ojalá el Levi de séptimo pudiera verse ahora. Incluso se le había
pegado el acento del medio oeste.
—¿Por qué sonríes? —quiso saber Levi.
—Por nada —respondí a toda prisa.
—No me lo creo —se echó hacia delante y me miró a los ojos como si quisiera
leerme el pensamiento. Yo desvié la vista. A esas alturas, lo creía capaz—. Ah, ¿lo
ves?, estás tramando algo.
—¿Quién, yo? —repliqué con mi voz más inocente.
—Por favor —se arrellanó en el asiento y pasó el brazo por el respaldo de la silla
de Carrie—. Te voy a decir un secreto sobre ella, Carrie. No te creas ese rollo de la
buena muchacha que saca sobresaliente en todo. Bajo su dulce apariencia se esconde un
corazón retorcido de gran perspicacia e infinitos recursos.
—Lo cual explica por qué eres mi mejor amigo.
—Obviamente —asintió Levi.
Ian carraspeó.
—Bueno, Carrie, habrá que intervenir antes de que el Show de Levi y Macallan nos
amargue la noche. Cuando empiezan, ya no se callan. Nunca.
Carrie se revolvió incómoda en el asiento y se toqueteó los tirantes del top.
Mirando a Ian, articulé “lo siento” con los labios. No era la primera vez, ni sería la
última, que mi novio me llamaba la atención cuando Levi y yo nos enzarzábamos en una
de nuestras conversaciones épicas.
Acabé jugando a “veinte preguntas para conocerte mejor” con Carrie hasta que llegó
la comida. Además de ser muy simpática, se iba a presentar al consejo estudiantil y
trabajaba como voluntaria en el refugio de animales los fines de semana. Comparada
con ella, me sentí una holgazana.
Aunque me estaba divirtiendo, tenía que hacer esfuerzos para reprimir el impulso de
ponerme a hablar con Levi cada vez que se me ocurría una réplica ingeniosa o algún
comentario gracioso. Debíamos ser considerados con nuestras parejas. Al fin y al cabo,
era un milagro que hubiéramos conocido a dos personas del sexo opuesto capaces de
disfrutar tanto como nosotros mismos de nuestra compañía.
Cuando llegamos a casa de Keith, la fiesta estaba en pleno apogeo. El equipo de futbol
completo, todas las animadoras e incluso la banda de música estaban allí.
—¡Eh, California! —Keith se acercó e intercambió con Levi ese saludo que hacen
los chicos con la mano y el pecho y que deben de enseñar en alguna clase de machotes
—. ¡Bienvenidos!
Me miró de arriba abajo y yo le dejé muy claro, con mi expresión más gélida, que no
me interesaba nada de lo que me ofrecía.
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