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LOS UTILES
DEL
CALÍGR(\FO
Pam c¡ue huyaescriturn primero debe existir un conjunto de signos tmzndns sobre un soporte
c11yu 5igrtij1rrJdo debP hrther .sido estnblecido previamente por ww crmwnitlnrl social petro su uso,
y es preciso t¡ue did111s signos puedan registrar )1 reproducir 111w frrrse lwblnda.
)AMES FÉVJUER
La necesidad de intercambiar información y ¡Jreservar lo aprendido llevó al ser
humano a la creación de signos que finnlmente desembocaron en la escritura.
Es-~a lenta evolución permitió la tTansmisión de conocimientos de un individ110 a
otro. En la actualidad el hecho de escribir nos parece algo natural, pero todo hace
pensar que antes de Lascaux y de Altamira la escritura prácticamente no existía,
de modo que no podemos decir que sepamos escribir tlestle hace una eternitlad.
Nuestra escritura posee nna historia y 1 efleja unas técnicas muy concretas.
Además, constituye un hecho cultural: las mutaciones de ciertas escrituras tienen
su origen en factores muy diversos, como los ¡¡¡vanees intelectuales, la capacidad de
abstracción o la coyuntura económica. No obstante, el buril, el pincel y el cálamo
si n duda desempeñaron un papel esencial dentro de esta historia y aceleraron
la estilización del «signo-objeto» hacia el •signo-palabra>>, permitiendo al mismo
tiempo una gran economía de medios. La mayoría de las civilizaciones emergentes
se han preocupado por aligerar la tarea del escritor mediante la puesta a punto de
nuevos materiales. Por ejemplo, el paso del cincel al estilo permitió ligar las letras
y ganar un tiempo precioso. A menudo el dilema de los escribas ha consistido en
l"scoger entre un soporte duro pero poco manejable y umt mater ia blanda pero
poco duradera. Esta elección adquiere aún más relevancia si consideramos que
la historia de los utensilios caligráficos parece confundirse con la historia tle la
escritura. Además, el utensilio caligráfico siempre está fechado en el tiempo¡
a cada época corresponden unos instrumentos y unos sopo11es tleterminados.
Sin embargo, no Jebernos hacernos una idea esquemática de la evolución del Pnquius Proculus y su esposa, 11no de
los retratos más cflebn•s de la pintura
insLrumental del caügrafo: siempre prevalecerá el análisis detallatlo sobre las vagas
po n 1pey;:~na , anterior al a1'1o 79· El hombre
suposiciones. Por ejemplo, conviene saber que, contrariamente a lo que cabría ap11rece ca ractc~ ri zaclo como un campc>l nn Jt!
esperar, los romanos no desconodan el uso cle la pluma metálica. Se han haJJado Campania cnriquo.:t ido pot· el negocio del pan.
Su compa1iera, más coqueta y refinada, eleva
algunas en Pompeya, a menudo hechas de bronce, que imitan la forma cle
hacia sus labios un esl ilo de metal y enarbola
la pluma de ave, y la tinta que se utilizaba para este instrumento consistía en una un diplico COITI[JUeslu tle Lablillas enceradas
mezcla de carbón y de goma arábiga. Al principio podfa darse una total equivalencia unidas por bisagras. Paquius L'roculus apoya
la boubilla con expectación sobre 11n rollo de
e.nrre los instrumentos y los soportes. Los egipcios y los sumerios, por ejemplo,
papiro, símbolo J e su superioridad social.
11tílí~aron tanto el utensilio (cálamo) corno el soporte (papiro). Esta homogeneidad
A través del fucgn de miradas, la escena
del material caligráfico parece mostrar una característica de la antigüedad de nuestra revela la sornbr11 de uno duda o de un sueño y
escrüura, como si a lo largo del tiempo los calígrafos hubieran tendido a diversificar recuerda el es tilo griego. muy próximo lclmbién
eJe los relra!O:; llamado:; de El Fay11n, en Egip1o.
cada vez más su instrumental.
Nápulc!S, Museo Arqueológico.
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