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la clarificación
Según este procedimiento del siglo XVII, se debe empezar retirando la película
exterior de la pluma rascándola, tras lo cual se corta su extremo. A continuación
se sumt!rge durante quince minutos en agua hirviendo a la que se ha ai'Jadido una
pequeña cantidad de alumbre y ele sal. Transcurrido este tiempo se seca en una
sartén gruesa con arena muy caliente, o en un horno. El método de clarificación
empleado en el siglo XIX es sensiblemente diferente: se calienta la pluma de ave en
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un baño de arena fina a una temperatura de 50° a 8o . Después, mienlras todavía
está blanda, se procede al raspado ejerciendo presión y se retira la piel exterior, con
lo que se reseca la médula. Si permanece demasiado tiempo en la arena, la pluma
se volven1 resquebrajadiza, mientras que si no está el tiempo s11ficiente no se podrá
practicar la hendidura limpiamente. Por último, debe ser frotada enérgicamente con
un paño.
Otro método consiste en atar las plumas en manojos sin apretarlas excesivamente.
Se colocan en una olla y se calientan al vapor, sin que toquen el agua. Basta con
tapar la olla y dejar que actúe el vapor durante una hora, tras lo cual se deben
secar cerca Je un fuego. Al día siguiente solo tendremos que rascar los cañones
con el lomo Je un cuchillo y alisarlus con un vellón. Al cabo de unos días las
plumas estarán listas para ser utilizadas. Existe un último sistema que se sirve de la
electricidad como fuente de calor: se sujeta horizontalmente la pluma por el astil de
modo que el cañón quede paralelo a la placa eléctrica, a unos cualro centímetros
de ésta. Debe girarse la pluma continuamente ptHa que el ca1ión reciba calor
uniformemente durante unos ocho o diez segundos. La pluma se reblandece y tanto
la médula como la membrana Sltperficial quedan mermadas. Se sujeta el astil con la
mano izquierda y se coloca rápidamente la pluma sobre la placa caliente y se tira del
catión ba1o el filo de un cuchillo (que se sostiene, claro está, con la mano derecha).
la película que se desea elimmar se despega y basta con rascarla. Se le da la vuelta
al cañón y se repite la operación, con cuidado de no rascar demasiado, pues el cañón
podría quedar excesivamente menguado. Puede tallarse la pluma de inmediato o
esperarse a que se haya secado. En caso de que se opte por tallar sin esperar, se debe
sentir co1110 se endurece la pluma bajo el cuchillo. Por Llltimo se procede a practicar
la hendrdura, pero si esta operación se hace demasiado pronto - mientras el cañón
todavía está blando- se corre el riesgo de que la incisión no sea clara y limpia.
El cortaplumas
Desde la Edad Media hasta el siglo xrx el cortaplumas ha conocido numerosas
formas. «)unto al cálamo y la pluma de ave, es uno de los utensilios indispensables
del escriba "• afirmaba Isidoro de Sevilla en el siglo VIL No obstante, el cortaplumas o
tajaplumas aparece raramente mencionado en la literatura técnica, y en ocasiones
es considt!rado como un objeto tic importancia menor. Por regla general ~e descuida
lzr¡werdcr: pluma de bumc lconauu, Gyp~ demasiado este instrumento, al que se tiene por un utensilio poco e~encial, aunque
fulvu~. cuyo astil mide 8 mm de diametro.
contribuye en gran medida a la nitit.lez y a la forma de la escritura, de modo que la
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<tl¡;uno~ valles salvaje~ de España y de Grecia. mejor pluma puede mostrarse ineficaz si no está tallada adecuadamente. La hoja del
Derecha: plullttl de ,iguiln real, Aquí/a cortaplumas, cuya longitud es más o menos igual a la del mango, presenta
t hryMtPIO.\. E,l¡¡ ""'' riP gran envergad u m generalmenre un filo recto, aunque a partir del siglo xrv vemos la aparición de
pos~:•• una::; gtandc., plumas: astil ele 10 mm de instrumenJos con el extremo curvado. Esta tendencia rue acentuándose hasta llegar
diantl'lru y 65 cm tJ¡• longitud total. Seiutl~mo:.
en el siglo xvu a una hoja completamente curva, corno la que utilizaban los maestros
quP es dífiril Pnwntrar estas plumas debido ,1
),, proteclión dt• la que goza esta espeCie neerlandeses. El mango, por su parte, está diseñado para asegurar una buena sujeci6n.
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