Page 343 - Libro de Compilacion 2019_Neat
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que en todo tipo de polémica se pierde de antemano la actitud del pensamiento. La función de un contradictor no es la del pensamiento, pues, no es ni un incoherente carente de tacto ni un contradictor de la ciencia; es un pensador considerado. La palabra pensar en este contexto se refiere al pensar filosófico. Los filósofos dicen Heidegger, son los pensadores. Así se llaman porque propiamente el pensamiento tiene su escenario en la filosofía. Por ende, alcanzamos llegar a una primera y modesta conclusión que desenmaraña un tanto la chocante determinación de la ciencia antes indicada, la ciencia no piensa en el sentido del pensar filosófico. 3.- En el orden del discurso de Foucault es puntual tener presente algunas nociones clave de su pensamiento. El primero de ellos es el poder que de acuerdo con el filósofo es una extensa tecnología que traspasa al conjunto de relaciones sociales; una maquinaria que induce efectos de dominación a partir de un cierto tipo distintivo de estrategias y tácticas delimitadas. El poder circula horizontalmente y se catequiza en actitudes, gestos, prácticas y produce efectos, empero no se encuentra localizado y fijado perpetuamente, no está nunca en manos ni es propiedad de ciertos individuos, clases o instituciones. Yuxtapuesto a la idea de poder, se localiza el concepto de discurso; ambos se relacionan y alinean un trinomio en conjunción con el saber: el discurso consiente la legitimación del poder y éste institucionaliza al saber; entre saber y poder se construye una política general de verdad, la cual se encarga de distinguir los enunciados falsos de los verdaderos, de sancionar los discursos alternativos, y de definir las técnicas y procedimientos convenientes para la obtención de la verdad que importa al poder 4.- El termino deconstrucción viene de Heidegger, quien platicaba de destrucción, también viene de Freud, quien hablaba de disociación. Es un movimiento que pone al descubierto las inconsistencias del pensamiento moderno de Occidente, donde en última instancia, sigue siendo Dios la medida de la verdad. Estamos proclives a aceptar lo que a primera vista nos parece razonable; sin embargo, Derrida plantea hacer una deconstrucción de cuanto resulta natural a la reflexión 343