Page 273 - El Retorno del Rey
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Y Gandalf se acercó, y lo miró, y dijo:
—Es en verdad un retoño de la estirpe de Nimloth el hermoso; semilla de
Galathilion, fruto de Telperion, el más anciano de los Arboles, el de los muchos
nombres. ¿Quién puede decir cómo ha llegado aquí, a la hora señalada? Pero este
lugar es un antiguo sagrario, y antes de la extinción de los Reyes, antes que el
Árbol se agostara en el Patio, uno de sus frutos fue sin duda depositado aquí.
Porque aunque se ha dicho que el fruto del Árbol rara vez madura, la vida que
late en él puede permanecer aletargada largos años, y nadie puede prever el
momento en que habrá de despertar. Recuerda mis palabras. Porque si alguna
vez un fruto del Árbol entra en sazón, tendrás que plantarlo, para que la estirpe no
desaparezca del mundo para siempre. Aquí sobrevivió, escondido en la montaña,
mientras la estirpe de Elendil sobrevivía oculta en los desiertos del Norte. Pero la
de Nimloth es más antigua que la tuya, Rey Elessar.
Entonces Aragorn posó suavemente la mano en el retoño, y he aquí que
parecía estar apenas hundido en la tierra, y lo levantó sin dañarlo, y lo llevó
consigo a la ciudadela. Y el Árbol marchito fue arrancado de raíz, pero con
reverencia; y no lo quemaron: lo llevaron a Rath Dínen, y allí lo depositaron,
para que reposara en el silencio. Y Aragorn plantó el árbol nuevo en el patio al
pie del Manantial, y pronto empezó a crecer, vigoroso y lozano, y cuando llegó el
mes de junio estaba cubierto de flores.
—La señal ha llegado —dijo Aragorn, y el día ya no está lejos.
Y apostó centinelas en las murallas.
Era la víspera del Solsticio de Verano, y unos mensajeros llegaron desde
Amon Dîn a la ciudad, anunciando que una espléndida cabalgata venía del norte,
y se acercaba a los muros del Pelennor. Y el Rey dijo:
—Han llegado al fin. Que toda la ciudad se prepare.
Y esa misma noche, víspera del Día de Pleno Verano, cuando el cielo era
azul como el zafiro y las estrellas blancas aparecían en el este, y el oeste era
todavía dorado, y el aire fragante y fresco, los jinetes llegaron por el camino del
norte a las Puertas de Minas Tirith. A la cabeza cabalgaban Elrohir y Elladan con
un estandarte de plata; los seguían Glorfindel y Erestor y la gente de la casa de
Rivendel, y detrás de ellos venían la Dama Galadriel y Celeborn, Señor de
Lothlórien, montados en corceles blancos, con mantos grises, y gemas blancas en
los cabellos; y por último el Señor Elrond, poderoso entre los elfos y los hombres,
llevando el cetro de Annúminas, y junto a él, montada en un palafrén gris,
cabalgaba la hija de Elrond, Arwen, Estrella de la Tarde de su pueblo.
Y Frodo al verla llegar resplandeciente a la luz del atardecer, con las estrellas
en la frente y envuelta en una dulce fragancia, quedó maravillado, y le dijo a
Gandalf:
—¡Al fin comprendo por qué hemos esperado! Esto es el fin. Ahora no sólo el
día será bienamado, también la noche será bienaventurada y hermosa, y