Page 277 - El Retorno del Rey
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Gimli como siempre, cabalgaban juntos en la grupa de Arod.
De aquella cabalgata participaban también la Reina Arwen, y Celeborn y
Galadriel con su gente, y Elrond y sus hijos; y los príncipes de Dol Amroth y de
Ithilien, y numerosos capitanes y caballeros. Jamás un Rey de la Marca había
marchado con un séquito como el que acompañó a Théoden hijo de Thengel a la
tierra de los antepasados.
Sin prisa y en paz atravesaron Anórien, y llegaron al Bosque Gris al pie del
Amon Dîn; y allí oyeron sobre las colinas un redoble como de tambores, aunque
no se veía ninguna criatura viviente. Entonces Aragorn hizo sonar las trompetas;
y los heraldos pregonaron:
—¡Escuchad! ¡Ha venido el Rey Elessar! ¡A Ghan-bûri-Ghan y a los suyos
les da para siempre el Bosque de Drúadan; y que en adelante ningún hombre
entre ahí si ellos no lo autorizan!
El redoble de tambores creció un momento, y luego calló.
Por fin y al cabo de quince jornadas el carruaje que transportaba al Rey
Théoden cruzó los prados verdes de Rohan y llegó a Edoras; y allí todos
descansaron. El Palacio de Oro había sido engalanado con hermosas colgaduras
y había luces en todas partes, y en aquellos salones se celebró el festín más
fastuoso que allí se hubiera conocido. Porque pasados tres días, los Hombres de la
Marca prepararon los funerales de Théoden, y lo depositaron en una casa de
piedra con las armas y muchos otros objetos hermosos que él había tenido, y
sobre la casa levantaron un gran túmulo, y lo cubrieron de arriates de hierba
verde y de blancos nomeolvides. Y ahora había ocho túmulos en el ala oriental
del Campo Tumulario.
Entonces los Jinetes de la Escolta del Rey cabalgaron alrededor del túmulo
montados en caballos blancos, y cantaron a coro una canción que la gesta de
Théoden hijo de Thengel había inspirado a Gléowine, el hacedor de canciones, y
que fue la última que compuso en vida. Las voces lentas de los jinetes
conmovieron aun a aquellos que no comprendían la lengua del país; pero las
palabras de la canción encendieron los ojos de la gente de la Marca, pues volvían
a oír desde lejos el trueno de los cascos del Norte, y la voz de Eorl elevándose
por encima de los gritos y el fragor de la batalla en el Campo de Celebrant; y
proseguía la historia de los Reyes, y el Cuerno de Helm resonaba en las
montañas, hasta que caía la oscuridad, y el Rey Théoden se erguía y galopaba
hacia el fuego a través de la Sombra, y moría con gloria y esplendor mientras el
sol, retornando de más allá de la esperanza, resplandecía en la mañana sobre el
Mindolluin.
Salido de la duda, libre de las tinieblas,