Page 282 - El Retorno del Rey
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queda un diente. Tenía el veneno de la voz, y sospecho que te persuadió, aun a ti,
      Bárbol, pues conocía tu lado flaco. Y bien, ahora se ha ido, y no hay más que
      hablar.  Pero  la  Torre  de  Orthanc  vuelve  a  manos  del  Rey,  a  quien  pertenece.
      Aunque quizá no llegue a necesitarla.
        —Eso se verá más adelante —dijo Aragorn—. Pero todo este valle lo doy a
      los ents para que hagan con él lo que deseen, siempre y cuando vigilen la Torre
      de Orthanc y se aseguren de que nadie penetre en ella sin mi autorización.
        —Está cerrada —dijo Bárbol—. Obligué a Saruman a que la cerrara y me
      entregara las llaves. Ramaviva las tiene.
        Ramaviva  se  inclinó  como  un  árbol  combado  por  el  viento  y  entregó  a
      Aragorn  dos  grandes  llaves  negras  muy  trabajadas,  unidas  por  una  argolla  de
      acero.
        —Ahora os doy nuevamente las gracias —dijo Aragorn—, y os digo adiós.
      Ojalá  vuestro  bosque  crezca  y  prospere  otra  vez  en  paz.  Y  cuando  hayáis
      colmado  este  valle,  al  oeste  de  las  montañas,  donde  ya  habitasteis  en  otros
      tiempos, habrá aún mucho espacio libre.
        El rostro de Bárbol se entristeció.
        —Las florestas pueden crecer —dijo—, los bosques pueden prosperar, pero
      no los ents. No tenemos hijos ents.
        —Sin embargo, quizás ahora vuestra búsqueda tenga un nuevo sentido —dijo
      Aragorn—.  Se  os  abrirán  tierras  en  el  Este  que  durante  largo  tiempo
      permanecieron cerradas.
        Pero Bárbol movió la cabeza y dijo:
        —Queda lejos. Y en estos tiempos hay demasiados hombres por allá. ¡Pero
      estoy olvidando la hospitalidad y la cortesía! ¿Queréis quedaros y descansar un
      rato? ¿Y acaso a algunos os agradaría atravesar el Bosque de Fangorn y acortar
      así el camino de regreso? —Y miró a Celeborn y a Galadriel.
        Pero todos con excepción de Legolas dijeron que había llegado la hora de
      despedirse y de partir, hacia el Sur o hacia el Oeste.
        —¡Ven, Gimli! —dijo Legolas—. Ahora, con el permiso de Fangorn, podré
      visitar los sitios recónditos del Bosque de Ents, y ver árboles como no crecen en
      ninguna  otra  región  de  la  Tierra  Media.  Tú  cumplirás  lo  prometido,  y  me
      acompañarás; y así volveremos juntos a nuestros países en el Bosque Negro y
      más allá.
        Y Gimli consintió, aunque al parecer no de muy buena gana.
        —Aquí se disuelve al fin la Comunidad del Anillo —dijo Aragorn—. Espero
      sin embargo que pronto volveréis a mi país con la ayuda prometida.
        —Volveremos, si nuestros señores nos permiten —dijo Gimli—. ¡Bien, hasta
      la vista, mis queridos hobbits! Pronto llegaréis sanos y salvos a vuestros hogares,
      y  ya  no  perderé  el  sueño  temiendo  por  vuestra  suerte.  Mandaremos  noticias
      cuando podamos, y acaso algunos de nosotros volvamos a encontrarnos de tanto
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