Page 287 - El Retorno del Rey
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penosa para todos. Pronto Celeborn y Galadriel y su gente se encaminarían al
      este,  y  pasando  por  la  Puerta  del  Rubicorno  descenderían  la  Escalera  de  los
      Arroyos Oscuros hasta llegar al Cauce de Plata y a Lothlórien. Habían hecho
      aquella larga travesía por los caminos del oeste, porque tenían muchas cosas de
      que hablar con Elrond y con Gandalf, quienes se quedaron allí con ellos varios
      días. A menudo, cuando hacía ya un rato que los hobbits dormían profundamente,
      se sentaban todos juntos a la luz de las estrellas y rememoraban tiempos idos y
      las alegrías y tristezas que habían conocido en el mundo, o celebraban consejo,
      cambiando ideas acerca de los tiempos por venir. Si por azar hubiese pasado por
      allí algún caminante solitario, poco habría visto u oído, y le habría parecido ver
      sólo figuras grises, esculpidas en piedra, en memoria de cosas de otros tiempos y
      ahora perdidas en tierras deshabitadas. Porque estaban inmóviles, y no hablaban
      con los labios, y se comunicaban con la mente; sólo los ojos brillantes se movían
      y se iluminaban, a medida que los pensamientos iban y venían.
        Pero al cabo todo quedó dicho, y de nuevo se separaron por algún tiempo,
      hasta que llegase la hora de la desaparición de los Tres Anillos. Envuelta en los
      mantos grises, la gente de Lorien cabalgó hacia las montañas, y se desvaneció
      rápidamente entre las piedras y las sombras; y los que iban camino a Rivendel
      continuaron  mirando  desde  la  colina,  hasta  que  un  relámpago  centelleó  en  la
      bruma creciente, y ya no vieron nada más. Y Frodo supo que Galadriel había
      levantado el anillo en señal de despedida. Sam volvió la cabeza y suspiró:
        —¡Cuánto me gustaría volver a Lorien!
        Por  fin  un  día  atravesaron  los  altos  páramos,  y  de  improviso,  como  les
      parecía siempre a los viajeros, llegaron a la orilla del profundo Valle de Rivendel,
      y  abajo,  a  lo  lejos,  vieron  brillar  las  lámparas  en  la  casa  de  Elrond.  Y
      descendieron,  y  cruzaron  el  puente,  y  llegaron  a  las  puertas,  y  la  casa  entera
      resplandecía de luz y había cantos de alborozo por el regreso de Elrond.
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