Page 290 - El Retorno del Rey
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ahora repetía para sus adentros—: Excepto el Mar.
Ese día Frodo habló con Elrond, y quedó convenido que partirían a la mañana
siguiente. Para alegría del hobbit, Gandalf dijo:
—Creo que yo también iré. Hasta Bree al menos. Quiero ver a Mantecona.
Por la noche fueron a despedirse de Bilbo.
—Y bien, si tenéis que marcharos, no hay más que hablar —dijo—. Lo
siento. Os echaré de menos. De todos modos es bueno saber que andaréis por las
cercanías. Pero me caigo de sueño.
Entonces le regaló a Frodo la cota de mithril y Dardo, olvidando que se los
había regalado antes, y también tres libros de erudición que había escrito en
distintas épocas, garrapateados de su puño y letra, y que llevaban en los lomos
rojos el siguiente título: Traducciones del Élfico por B. B.
A Sam le regaló un saquito de oro.
—Casi el último vestigio del botín de Smaug —dijo—. Puede serte útil, si
piensas en casarte, Sam. —Sam se sonrojó.
—A vosotros no tengo nada que daros, jóvenes amigos —les dijo a Merry y
Pippin—, excepto buenos consejos. —Y cuando les hubo dado una buena dosis,
agregó uno final, según la usanza de la Comarca—: No dejéis que vuestras
cabezas se vuelvan más grandes que vuestros sombreros. ¡Pero si no paráis
pronto de crecer, los sombreros y las ropas os saldrán muy caros!
—Pero si usted quiere ganarle en años al Viejo Tuk —dijo Pippin—, no veo
por qué nosotros no podemos tratar de ganarle a Toro Bramador.
Bilbo se echó a reír, y sacó de un bolsillo dos hermosas pipas de boquilla de
nácar y guarniciones de plata labrada.
—¡Pensad en mí cuando fuméis en ellas! —dijo—. Los elfos las hicieron
para mí, pero ya no fumo. —Y de pronto cabeceó y se adormeció un rato, y
cuando despertó dijo—: A ver ¿por dónde íbamos? Sí, claro, entregando los
regalos. Lo que me recuerda: ¿qué fue de mi Anillo, Frodo, el que tú te llevaste?
—Lo perdí, Bilbo querido —dijo Frodo—. Me deshice de él, tú sabes.
—¡Qué lástima! —dijo Bilbo—. Me hubiera gustado verlo de nuevo. ¡Pero
no, qué tonto soy! Si a eso fuiste, a deshacerte de él ¿no? Pero todo es tan
confuso, pues se han sumado tantas otras cosas: los asuntos de Aragorn, y el
Concilio Blanco, y Gondor, y los jinetes, y los Hombres del Sur, y los olifantes…
¿de veras viste uno, Sam?; y las cavernas y las torres y los árboles dorados y
vaya a saber cuántas otras cosas.
» Es evidente que yo volví de mi viaje por un camino demasiado recto.
Gandalf hubiera podido pasearme un poco más. Pero entonces la subasta habría
terminado antes que yo volviera, y entonces habría tenido más contratiempos
aún. De todos modos ahora es demasiado tarde; y la verdad es que creo que es
mucho más cómodo estar sentado aquí y oír todo lo que pasó. El fuego es muy
acogedor aquí, y la comida es muy buena, y hay elfos si quieres verlos. ¿Qué