Page 283 - El Retorno del Rey
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en tanto; pero temo que ya nunca más estaremos todos juntos otra vez.
Entonces Bárbol se despidió de todos, uno por uno, y se inclinó lentamente tres
veces y con profundas reverencias ante Celeborn y Galadriel.
—Hacía mucho, mucho tiempo que no nos encontrábamos entre los árboles o
las piedras. A vanimar, vanimálion nostari! —dijo—. Es triste que sólo ahora, al
final, hayamos vuelto a vernos. Porque el mundo está cambiando: lo siento en el
agua, lo siento en la tierra, lo huelo en el aire. No creo que nos encontremos de
nuevo.
Y Celeborn dijo:
—No lo sé, Venerable.
Pero Galadriel dijo:
—No en la Tierra Media, ni antes que las tierras que están bajo las aguas
emerjan otra vez. Entonces quizá volvamos a encontrarnos en los saucedales de
Tasarinan en la primavera. ¡Adiós!
Merry y Pippin fueron los últimos en despedirse; y el viejo ent recobró la
alegría al mirarlos.
—Bueno, mis alegres amigos —dijo— ¿queréis beber conmigo otro trago
antes de partir?
—Por cierto que sí —le respondieron, y el ent los llevó a la sombra de uno de
los árboles, y allí vieron un gran cántaro de piedra. Y Bárbol llenó tres tazones, y
bebieron; y los hobbits vieron los ojos extraños del ent que miraba por encima del
borde del tazón.
—¡Cuidado, cuidado! —dijo Bárbol—. Porque ya habéis crecido desde la
última vez que os vi. Y los hobbits se echaron a reír y vaciaron de un trago los
tazones.
—¡Y bien, adiós! —continuó Bárbol—. Y si en vuestra tierra tenéis alguna
noticia de las ent-mujeres, enviadme un mensaje.
Luego saludó a toda la comitiva moviendo las grandes manos y desapareció
entre los árboles.
Ahora, camino a la Quebrada de Rohan, los viajeros galopaban más
rápidamente, y al fin, muy cerca del lugar en que Pippin había mirado la Piedra
de Orthanc, Aragorn se despidió. Esta separación entristeció a los hobbits; porque
Aragorn nunca los había defraudado, y los había guiado en muchos peligros.
—Me gustaría tener una Piedra con la que pudiese ver a los amigos —dijo
Pippin— y hablar con ellos desde lejos.
—Ya no queda más que una que podría servirte —respondió Aragorn—, pues
lo que verías en la piedra de Minas Tirith no te gustaría nada. Pero el Palantir de