Page 337 - El Retorno del Rey
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adormecido, llegó Bilbo en persona.
Elrond los saludó con un aire grave y gentil, y Galadriel los miró, con una
sonrisa.
—Y bien, señor Samsagaz —dijo—. Me han dicho, y veo, que has utilizado
bien mi regalo. De ahora en adelante la Comarca será más que nunca amada y
bienaventurada. —Sam se inclinó en una profunda reverencia, pero no supo qué
decir. Había olvidado qué hermosa era la Dama Galadriel.
Entonces Bilbo despertó y abrió los ojos.
—¡Hola, Frodo! —dijo—. ¡Bueno, hoy le he ganado al Viejo Tuk! Así que eso
está arreglado. Y ahora creo estar pronto para emprender otro viaje. ¿Tú
también vienes?
—Sí, yo también voy —dijo Frodo—. Los Portadores del Anillo han de partir
juntos.
—¿A dónde va usted, mi amo? —gritó Sam, aunque por fin había
comprendido lo que estaba sucediendo.
—A los Puertos, Sam —dijo Frodo.
—Y yo no puedo ir.
—No, Sam. No todavía, en todo caso; no más allá de los Puertos. Aunque
también llegará la hora, quizá. No te entristezcas demasiado, Sam. No siempre
podrás estar partido en dos. Necesitarás sentirte sano y entero, por muchos años.
Tienes tantas cosas de que disfrutar, tanto que vivir y tanto que hacer.
—Pero —dijo Sam, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas—, yo creía
que también usted iba a disfrutar en la Comarca, años y años, después de todo lo
que ha hecho.
—También yo lo creía, en un tiempo. Pero he sufrido heridas demasiado
profundas, Sam. Intenté salvar la Comarca y la he salvado; pero no para mí. Así
suele ocurrir, Sam, cuando las cosas están en peligro: alguien tiene que renunciar
a ellas, perderlas, para que otros las conserven. Pero tú eres mi heredero: todo
cuanto tengo y podría haber tenido te lo dejo a ti. Y además tienes a Rosa y a
Elanor; y vendrán también el pequeño Frodo y la pequeña Rosa, y Merry, y
Rizos de Oro, y Pippin; y acaso otros que no alcanzo a ver. Tus manos y tu
cabeza serán necesarios en todas partes. Serás el alcalde, naturalmente, por tanto
tiempo como quieras serlo, y el jardinero más famoso de la historia; y leerás las
páginas del Libro Rojo, y perpetuarás la memoria de una edad ahora
desaparecida, para que la gente recuerde siempre el Gran Peligro, y ame aún
más entrañablemente el país bienamado. Y eso te mantendrá tan ocupado y tan
feliz como es posible serlo, mientras continúe tu parte de la Historia.
» ¡Y ahora ven, cabalga conmigo!
Entonces Elrond y Galadriel prosiguieron la marcha; la Tercera Edad había
terminado y los Días de los Anillos habían pasado para siempre, y así llegaba el
fin de la historia y los cantos de aquellos tiempos. Y con ellos partían numerosos