Page 339 - El Retorno del Rey
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Pero Sam tenía el corazón acongojado y le parecía que si la separación iba a
      ser amarga, más triste aún sería el solitario camino de regreso. Pero mientras
      aún seguían allí de pie, y los elfos ya subían a bordo, y la nave estaba casi pronta
      para zarpar, Pippin y Merry llegaron, a galope tendido. Y Pippin reía en medio
      de las lágrimas.
        —Ya una vez intentaste tendernos un lazo y te falló, Frodo. Esta vez estuviste a
      punto de conseguirlo, pero te ha fallado de nuevo. Sin embargo, no ha sido Sam
      quien te traicionó esta vez, ¡sino el propio Gandalf!
        —Sí —dijo Gandalf— porque es mejor que sean tres los que regresen y no
      uno solo. Bien, aquí, queridos amigos, a la orilla del Mar, termina por fin nuestra
      comunidad en la Tierra Media. ¡Id en paz! No os diré: no lloréis; porque no todas
      las lágrimas son malas.
        Frodo besó entonces a Merry y a Pippin, y por último a Sam, y subió a bordo;
      y fueron izadas las velas, y el viento sopló, y la nave se deslizó lentamente a lo
      largo del estuario gris; y la luz del frasco de Galadriel que Frodo llevaba en alto
      centelleó y se apagó. Y la nave se internó en la Alta Mar rumbo al Oeste, hasta
      que por fin en una noche de lluvia Frodo sintió en el aire una fragancia y oyó
      cantos  que  llegaban  sobre  las  aguas;  y  le  pareció  que,  como  en  el  sueño  que
      había  tenido  en  la  casa  de  Tom  Bombadil,  la  cortina  de  lluvia  gris  se
      transformaba en plata y cristal, y que el velo se abría y ante él aparecían unas
      playas blancas, y más allá un país lejano y verde a la luz de un rápido amanecer.
        Pero  para  Sam  la  penumbra  del  atardecer  se  transformó  en  oscuridad,
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