Page 95 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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habita  en  los  mundos  superiores,  donde,  al  no  estar  limitada  por  la  forma

       material ni por los conceptos materiales, se dice que está verdaderamente viva
       y  se  puede  expresar.  Según  esta  doctrina,  la  naturaleza  humana  o  física  del

       hombre es una tumba, un atolladero, algo falso y efímero, la causa de todos

       los  pesares  y  sufrimientos.  Platón  describe  el  cuerpo  como  el  sepulcro  del

       alma,  con  lo  cual  no  se  refiere  solo  a  la  forma  humana,  sino  también  a  la
       naturaleza humana.



       La  melancolía  y  el  abatimiento  de  los  Misterios  menores  representaban  el

  sufrimiento  del  alma  espiritual,  que  no  puede  expresarse  porque  ha  aceptado  las

  limitaciones y las ilusiones del entorno humano. El quid del argumento eleusino era
  que el hombre no era ni mejor ni más sabio después de muerto que durante su vida.

  Si no supera la ignorancia durante su estancia aquí, al morir ingresa en la eternidad

  para  deambular  para  siempre,  cometiendo  los  mismos  errores  que  aquí.  Si  no  deja
  atrás el deseo de bienes materiales aquí, lo llevará consigo al mundo invisible, donde,

  como nunca puede satisfacer ese deseo, permanecerá en una agonía interminable. El

  Infierno de Dante describe simbólicamente los sufrimientos de aquellos que jamás han

  desprendido su naturaleza espiritual de las ansias, los hábitos, los puntos de vista y las
  limitaciones de su personalidad plutónica. Los que no habían hecho ningún esfuerzo

  por  superarse  (aquellos  cuyas  almas  han  dormido)  durante  su  vida  física,  al  morir

  entraban en el Hades, donde, tumbados en hileras, dormían durante toda la eternidad

  como habían dormido durante su vida.
       Para los filósofos eleusinos, el nacimiento en el mundo físico era la muerte en el

  sentido  más  amplio  de  la  palabra  y  el  único  nacimiento  verdadero  era  el  del  alma

  espiritual del hombre al salir del vientre de su propia naturaleza carnal. «El alma que
  duerme  está  muerta»,  dice  Longfellow  y  así  establece  la  tónica  de  los  Misterios

  eleusinos. Del mismo modo en que Narciso, mientras se contemplaba a sí mismo en el

  agua  —los  antiguos  usaban  este  elemento  móvil  como  símbolo  del  universo

  transitorio,  ilusorio  y  material—,  perdió  la  vida  al  tratar  de  abrazar  su  reflejo,  el
  hombre que se mira en el espejo de la naturaleza y acepta como su ser verdadero el

  barro sin sentido que ve reflejado pierde la oportunidad que le brinda su vida física de

  desarrollar su ser inmortal e invisible.

       Un iniciado antiguo dijo en una ocasión que los vivos están gobernados por los
  muertos. Solo los que están familiarizados con el concepto eleusino de la vida pueden

  entender esta afirmación. Significa que la mayoría de las personas no se rigen por su

  espíritu  vivo,  sino  por  su  personalidad  animal  sin  sentido  y,  por  lo  tanto,  muerta.
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