Page 75 - Tratado sobre las almas errantes
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6. Conclusiones finales
Después de haber pasado revista a todo punto que pudiera tener o no una relación con este
tema, y de haber ofrecido una valoración respecto a cada argumento o indicio, ha llegado el
momento de llegar a unas cuantas conclusiones finales. Aunque en los apartados anteriores se ha
tratado de no dejar aparte argumento alguno, contaran estos con más fuerza o menos, es evidente
que los puntos más sólidos en los que se podría basar esta tesis son algunas revelaciones privadas,
que unidas a los testimonios de los exorcismos, merecen que el tema sea objeto de discusión y
análisis en el ámbito académico. El posterior análisis de la Escritura y el Magisterio ofrecen la
impresión de que hay espacio para la discusión. Después de todo lo dicho, considero que se puede
llegar a las siguientes conclusiones seguras:
a. El intermediacionismo no desea cambiar ningún enunciado del Magisterio, sólo pretende completar esos
mismos enunciados. Pero aunque éste sea su deseo, se trata de una tesis nueva no presente en el
Magisterio, y, por lo menos, aparentemente en contra de lo enunciado en él.
b. La existencia de ánimas en espera del Juicio Final no se niega por parte de la Escritura, pero carece de
base bíblica segura. Se puede afirmar que no forma parte de la Tradición que la Iglesia ha recibido acerca
de lo que sucede tras la muerte. La existencia de esas ánimas implica afirmar algo completamente nuevo
nunca enseñado hasta ahora. Ni en la homilética ni en los textos litúrgicos ni en los escritos de los místicos
hallaremos apoyo para esta tesis. Las mínimas excepciones estudiadas aquí provenientes de revelaciones
particulares, son asumibles dentro del esquema tradicional de la escatología. Aunque entendida la tesis
intermediacionista como añadidura al esquema tradicional, tampoco supondría una negación de ese
esquema tradicional.
c. El único apoyo para el intermediacionismo descansaría en los relatos de algunos exorcismos. Al final,
como argumento en contra podemos preguntarnos si es preferible creer a los demonios o al Magisterio.
Tampoco es desdeñable la posibilidad de que sean almas del purgatorio sumidas en las más profundas
oscuridades, oscuridades tales que les hagan desconocer que no han caído en un estado de reprobación.
Pero como argumento en defensa del intermediacionismo también podemos afirmar que añadir algo no
supone negar.
d. La existencia de esos espíritus perdidos viene avalada sólo por vía exorcística. La rica y amplia tradición
mística de la Iglesia nunca ha mencionado nada al respecto. Aunque también parece razonable pensar que
si hubiera habido revelaciones favorables al respecto, lo más sensato hubiera sido autocensurarse para no
tener problemas. El silencio nunca es un argumento a favor de una tesis. Pero, en este caso, callar ciertas
cosas hubiera sido la acción más sensata de haberse conocido la existencia de estas almas.
e. Por lo cual, si se enseñara la tesis intermediacionista no estaríamos ofreciendo un modo nuevo de explicar
algo en lo que ya creíamos, sino que supondría enseñar algo nuevo. No es poca razón en contra: el silencio
total respecto a esta materia durante veinte siglos de fe cristiana. La fe de la Iglesia nos alumbra aquellas
cosas que no podemos conocer. Y sobre este tema, hay un silencio total.
Al final las dos posturas a favor y en contra se podrían sintetizar en dos párrafos:
I. En contra del intermediacionismo:
No es cierto que por vía de inclusión (esto es, la aceptación de excepciones), se podría mantener lo afirmado
en el Magisterio hasta ahora. Pues algunas afirmaciones son incompatibles con el intermediacionismo. Se
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