Page 83 - Orestiada. Agamenón. Las Coéforas. Las Euménides
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ESTUDIO PRELIMINAR

              requiere de un intérprete para comunicarse (vv. 1062-1063).
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              Zaherir a los adivinos constituye un tópico en la tragedia que co-
              bra un sentido irónico porque los ataques se vuelven contra quie-
              nes los profieren.  Irritada por el silencio, Clitemnestra tacha de
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              loca a la doncella y regresa al palacio donde ya todo está dispuesto
              para las ofrendas y los rituales (vv. 1064-1068; 1055-1058). No
              deja de ser irónico que estos ritos son también propiciatorios para
              que los amantes ejecuten su plan y sacrifiquen, por fin, al rey.
                El Coro permanece en el escenario y se dispone a dialogar
              con Casandra, quien finalmente baja del carro. Al hablar por vez
              primera desde que llegó, la doncella troyana se queja invocando
              a Apolo y le recrimina por llevarla a la perdición por segunda
              ocasión al haberla conducido como esclava al palacio de Agame-
              nón.  La interlocución con el Coro da pie para que Casandra
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              empiece a tener imágenes proféticas sobre los males que se abaten
              sobre esa casa. Como si estuviera mirando de modo concreto y
              no como si fueran expresiones de la adivinación, la joven observa
              cómo el rey es conducido a la bañera, donde está una red con


                137  La sugerencia burlona sobre el hecho de que Casandra no habla porque
              no entiende la lengua griega, es una estrategia para marcar su naturaleza bárba-
              ra. Lo cierto es que la doncella troyana entiende y habla griego; su silencio se
              debe a la pasión que la enmudece al estar en medio de una situación humillante.
              Su silencio es el argumento frente a la arrogancia de la reina argiva. Cf. Taplin
              1972, pp. 77-78, 92.
                138  Como en el caso de Edipo: al atacar y desacreditar a Tiresias, se maldecía
              a sí mismo.
                139  La primera vez que Apolo habría llevado a la perdición a Casandra sería
              cuando quiso unirse con ella, pero lo rechazó y en castigo el dios determinó que
              nadie sería persuadido por las profecías de la doncella. Cf. Apollod., Bibl., III,
              12, 5; Aesch., Ag., 1202-1214; Hyg., Fab., XCIII.

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