Page 170 - Vive Peligrosamente
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de veinte años seguidos había sido  tan intensa que resultaba imposible
          luchar contra los prejuicios creados entre los mismos rusos.
            Pero lo que me pareció de veras interesante fue que tal sistema nihilista–
          comunista predicaba: "Disciplina, disciplina, disciplina".
            Desde las paredes de las escuelas, multitud de carteles "gritaban" a los
          alumnos:
            "Nunca lograréis hacer  nada si prescindís de la disciplina. No
          conseguiremos formar un ejército invencible si no tenemos disciplina".
            También leí frases como éstas:
            "Prescindamos de toda moral que pueda haber sido fundada por Dios".
          "La Religión es el opio de los pueblos".
          A lo largo del tiempo que duró nuestra campaña militar, que nos llevó a
          atravesar la Rusia blanca hasta las inmediaciones de Moscú, tan sólo pude
          hallar una iglesia ortodoxa en la que se practicase el culto religioso. Me
          refiero a la maravillosa catedral de Istra, construida sobre una colina. Cierto
          es que su interior ofrecía un lamentable aspecto. Y que los "Popes"
          (sacerdotes ortodoxos) se habían apresurado a huir. No obstante pude
          hacerme una idea de la magnificencia que tuviera en tiempos pasados. El
          resto de las iglesias que pude ver estaban totalmente desmanteladas y eran
          usadas como almacenes para el trigo.
            La guerra, para los rusos, tuvo  como consecuencia un cambio de
          opinión; o, al menos, que dudaran de la que tenían formada sobre el resto
          del  mundo. También cambiaron de  parecer en lo que concernía a los
          problemas religiosos.
            Las fotografías de las escuelas rusas que llegaron a mis manos después
          de la guerra  me  mostraron unas construcciones modernas,  perfectamente
          acondicionadas. Pero creo que se trataba de excepciones destinadas  a
          acoger y educar a una "elite" privilegiada de intelectuales. Más tarde pude
          enterarme de que todos aquellos edificios eran  mucho más primitivos y
          rudimentarios de lo que demostraban aquellas fotografías.
            Tal realidad no tiene nada que ver con la calidad de las escuelas en sí, ya
          que podían ser consideradas como centros docentes  que iban
          incrementando, de una forma paulatina, el nivel cultural del pueblo ruso.
            Debo reconocer sinceramente que  el pueblo ruso demuestra una
          extraordinaria predisposición en el "arte" de la improvisación. No se puede
          negar que  los rusos realizan algunas cosas  bastante importantes,
          disponiendo  de  medios puramente rudimentarios.  Lo que nos mueve a
          hacernos la siguiente pregunta:
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