Page 167 - Vive Peligrosamente
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"La revolución bolchevique trajo como consecuencia el rompimiento de
          Rusia con las demás potencias occidentales, lo que ocasionó un total
          aislamiento. Este, aunque parezca mentira, facilitó a los soviets su tarea en
          el ámbito cultural. Tuvieron los comunistas completa libertad y carta blanca
          para educar a las masas siguiendo su propio criterio.
            "Debo reconocer –continuó diciéndome  Nina–, que apenas  sabemos
          nada de cómo vive el resto del mundo. Nos limitamos a trabajar como si
          fuésemos los únicos habitantes de la tierra.  Sólo  nos importa el
          mejoramiento de nuestra patria".
            Hasta aquí lo que me dijo aquella rusa, Nina R.
            Visité  muchas de las  escuelas de la Rusia blanca así como  de las
          regiones de Ucrania. En Rusia el edificio escolar es perfectamente
          reconocible a simple vista, por ser el  mayor  y más importante de cada
          pueblo. Las construcciones suelen ser de madera. Ante ellas se extiende,
          siempre, un pequeño jardín donde puede verse una gran escultura, bien de
          Lenin o de Stalin.
            El gusto del pueblo ruso,  muy sencillo, por cierto, exige que todas
          aquellas esculturas sean de simple arcilla. También que el primero de mayo
          de cada año o en otras fechas conmemorativas, sean adornadas con tiras de
          papel multicolor y con numerosas pancartas que aluden a la revolución.
            Dentro del edificio escolar, sólo hay dos o tres habitaciones a las que se
          da el nombre de aulas. Ahora bien, al decir esto, no vaya nadie a caer en un
          error; me limito a hablar de las escuelas de pueblos y aldeas en las que se
          educan y forman las masas que integran el pueblo ruso. El pavimento de
          tales aulas, que suele ser de madera, no acostumbra estar muy limpio. Tal
          cosa era inevitable, ya que las calles de los pueblos no estaban asfaltadas.
          En días secos están cubiertas de polvo; en las épocas lluviosas, se
          convierten en auténticos lodazales. Es de suponer, en tales circunstancias,
          que los alumnos que asistían a la Escuela, que en verano acostumbran ir
          descalzos y en invierno calzan zapatos de goma medio rotos, llevaban gran
          parte de la suciedad que acumulaban de las calles al interior del edificio.
            A pesar de todo,  yo quiero sujetarme  a la verdad.  La  mayoría  de los
          maestros exigían a sus alumnos que se lavaran y presentasen aseados. Pero
          sus esfuerzos no iban dirigidos, exclusivamente, a mejorar la situación de
          determinadas personas. Trabajaban para proporcionar al Estado una clase
          social sana de cuerpo y espíritu, capacitada para desempeñar la tarea que se
          le encomendara.
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