Page 163 - Vive Peligrosamente
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limpidez. Por ello, nos decidimos a prescindir  de las prohibiciones y
          llenamos de líquido más de un recipiente, más de una cantimplora. Nos fue
          permitido entrar en contacto con la población  civil compuesta por
          campesinos que estaban al lado de las fuentes, y pudimos darnos cuenta de
          que eran gentes menos "cerradas" que los rusos que habíamos tratado hasta
          entonces. Los labriegos de aquella  zona nos parecieron bastante  mejor
          alimentados. Su aspecto era comparable al de los que habitaban en la parte
          occidental de Europa.
            Los ucranianos continuaban haciendo sus labores y faenas como si no
          estuviesen en guerra, como si ésta  no existiera. Es posible que los
          campesinos  echaran de  menos los tractores. Sin  embargo, continuaban
          trabajando sus tierras de una manera primitiva pero eficaz.
            Para atravesar el río Desna tuvimos que combatir bastante duramente.
          Una aldea, cuyo nombre no recuerdo, fue sostenida por los rusos hasta el
          límite de sus fuerzas. Aquello era comprensible, ya que había que tener en
          cuenta que, cerca de la aldea, estaba un puente ferroviario, que podía ser
          considerado como un punto estratégico clave.  Cuando  ya  habíamos
          conseguido avanzar bastante nuestras posiciones y sostenerlas, un ataque de
          nuestros "stukas" nos facilitó mucho las cosas. Debo reconocer que
          sufrimos  muchas pérdidas. Pero también pudimos comprobar, de una
          manera directa, el tremendo efecto moral que ejercía sobre el enemigo el
          ataque devastador de nuestros aviones.
            El jefe de una Compañía de zapadores aprovechó el desconcierto del
          enemigo para avanzar  súbita y  decididamente, logrando apoderarse del
          puente que tanto nos interesaba, evitando con ello que los rusos, al darse
          cuenta de que no podían defenderlo, intentaran volarlo.
            Su acción nos proporcionó la oportunidad de establecer una cabeza de
          puente en la otra orilla  del río. Pero los rusos se hicieron fuertes unos
          kilómetros  más al Sur de las posiciones donde  nos hallábamos, y se
          defendían como leones cada vez que atacábamos.
            ¡No podíamos comprender cómo atravesaban el río para contraatacar, ya
          que los aviones de reconocimiento no descubrieron ningún puente sobre
          aquél. No pudimos resolver tan extraño enigma hasta que nos apoderamos
          totalmente de la orilla opuesta, en su lado derecho. Descubrimos entonces
          que los rusos disponían de un puente completamente invisible para
          nosotros, construido treinta centímetros bajo las aguas. El  enemigo
          aprovechaba las horas de la noche para hacer pasar sus tropas por encima
          de tal puente. Aquella idea era  sumamente ingeniosa, perfectamente
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