Page 249 - Vive Peligrosamente
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Dollmann. Himmler había propuesto que ambos fuesen puestos en
          antecedentes de nuestra misión, para que nos ayudaran a encontrar el lugar
          donde estaba detenido el Duce. Según Himmler, Dollmann era un hombre
          de toda confianza; se sabía que vivía en Roma desde hacía  muchísimos
          años y que disfrutaba de innumerables relaciones. Kappler era el jefe de la
          policía alemana de Roma, y también podía prestarnos una valiosa ayuda.
          Decidimos visitar a los dos al día siguiente para conocerles.
            Presenté a  mi ayudante al general  Student, al  que dije que, al día
          siguiente, buscaríamos a Dollmann y Kappler, para empezar nuestro trabajo
          lo antes posible. Pero no pudimos informarle de la forma de llegar hasta
          ellos. En el transcurso de esta última conversación, tuve la oportunidad de
          enterarme de que el  mariscal de campo, Kesselring, había tenido una
          entrevista con Humberto, el príncipe heredero de Italia. Durante la misma,
          le preguntó el nombre del sitio en el que permanecía prisionero Mussolini.
          Según el mariscal, el príncipe heredero no sabía nada sobre el particular, lo
          que yo puse en duda, pero, aquella vez, me abstuve de hacer el más mínimo
          comentario, y ello a pesar de que el general Student compartía mi opinión.
            La sede de la policía alemana en Roma era una casa corriente, análoga a
          las demás de la ciudad. Kappler era  un hombre joven. Nos recibió con
          mucha cordialidad. El tiempo demostró que era uno  de nuestros más
          valiosos colaboradores. Estuvo dispuesto a ayudarnos incondicionalmente.
            Pudimos enteramos de que circulaban toda clase de noticias y rumores.
          Unos afirmaban que Mussolini se había suicidado; otros, que había sido
          internado en un sanatorio porque padecía una grave enfermedad. Los
          rumores resultaron ser vulgares chismes de salón. Volvimos, pues, a partir
          de cero.
            Sólo pudimos sacar en claro que el Duce, desatendiendo los consejos de
          su esposa, sostuvo una entrevista con el rey, la cual había tenido lugar el 25
          de julio de aquel año, 1943, a las diecisiete horas. Y que, a partir de aquel
          momento, había desaparecido. Todo ello demostraba, no cabía la  menor
          duda, de que había sido arrestado en el mismo Palacio Real.
            Hice se me pusiera en antecedentes de lo ocurrido.
            En Italia, al igual que en Alemania, la iniciación de la guerra no había
          sido muy bien acogida por el pueblo. Casi podía afirmarse que el país no
          disfrutaba de un  momento de paz  desde que los italianos invadieron
          Abisinia. Aquellos larguísimos años  de luchas e incertidumbres habían
          creado un clima completamente de antiguerra, profundamente arraigado en
          la opinión pública, el cual se vio acrecentado cuando se perdieron las
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