Page 244 - Vive Peligrosamente
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Bajo nosotros vi la cadena de montañas de Karst  e intuí, allá,  en la
          lejanía, el océano. No tardamos en volar sobre Pola, el puerto de guerra
          italiano. Lo que me hizo pensar:
            "La antigua monarquía austro–húngara abarcaba hasta aquí".
            El Adriático tenía un intenso azul, particularmente bello. Las pequeñas
          chozas de los pescadores parecían simples puntitos desde la altura en que
          volábamos.  El sol se reflejaba sobre  las olas; hasta  me pareció que era
          acariciado por sus rayos.
            Volábamos sobre el bello y cálido sur de Europa. Estábamos encima de
          la península  italiana. Vimos a nuestra izquierda la ciudad portuaria de
          Ancona. El  aparato ganó altura para poder pasar por encima de los
          Apeninos. Cuando los hubimos dejado atrás, descendimos unos trescientos
          metros. Aquella zona, situada al norte de Roma, ya podía ser considerada
          como una "presa" de los paracaidistas aliados.
            También aquí, en Italia, reconocí desde lo alto muchas ciudades; incluso
          algunas calles. Le dije al piloto
            –Pasé por ellas, en mi moto BMW, el año 1934.
            Al fin, llegamos al término de nuestro viaje. Vimos ante nosotros la
          Ciudad Eterna. Sus siete colinas; el Anfiteatro romano; la Plaza de San
          Pedro; el Castillo de Santángelo...
            Nuestro avión aterrizó en un aeropuerto situado en la parte Este de la
          ciudad. Eran las doce y media. ¡Habíamos recorrido 1.500 kilómetros en
          sólo cinco horas y treinta minutos!
            Hacía un calor espantoso; me pareció estar en un horno. La bandera del
          aeropuerto ni se movía, parecía de cartón. Cuando descendí del aparato, me
          dispuse a despojarme del mono de piloto forrado de piel. Pero recordé que
          no llevaba puesto el uniforme de la Luftwaffe. Habría llamado la atención
          con el que llevaba de oficial de las SS al ser presentado como ayudante del
          jefe de los paracaidistas alemanes. Las horas siguientes las pasé  muy
          negras. El viaje en coche descubierto no me alivió de las torturas del calor.
            Frascatti es la típica e idílica ciudad italiana. Precisamente en Frascatti
          se encontraba el Cuartel General de  las fuerzas combatientes  alemanas
          destinadas en Italia, que estaban bajo el  mando del  mariscal de campo,
          Kesselring.
            El 12 de mayo de 1943 los aliados habían cobrado una gran victoria en
          Africa. El "Afrika–Korps", del  que todos los alemanes nos sentíamos
          orgullosos, ya no existía. Casi podía decirse que había sido liquidado. No
          pudo contrarrestar los  avances aliados, a  pesar de contar con las fuerzas
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