Page 26 - Vive Peligrosamente
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En aquel entonces yo era todavía un simple estudiante de la "Escuela
          Técnica Superior" de Viena. Y comprobaba que, después de los difíciles
          años de la posguerra y de la inflación, que fue una consecuencia de ellos, se
          había logrado una cierta  estabilidad social y económica, lo que permitió
          que la burguesía, clase social a la que yo pertenecía, pudiera contar con un
          poco de tranquilidad y con una vida carente de dificultades.
            Cuando se es joven se carece de la suficiente perspectiva para tener una
          visión del futuro; nuestras ideas no son amplias ni elásticas. Por ello, las
          tenebrosas profecías de un hombre como Oswald Spengler eran estudiadas
          por nosotros con sumo interés,  sin que no obstante llegásemos a
          considerarlas como inevitables.
            No niego que existían ciertos círculos que intuían la crisis que se cernió
          sobre Austria desde 1930 a 1933 y cuyas secuelas duraron hasta 1938. Las
          personas que integraban dichos círculos afirmaban:
            "No podemos negar a la  juventud el privilegio de  enfrentarse con un
          futuro lleno de esperanzas, aunque la voz de la experiencia se obstine en
          movernos a cambiar de opinión".
            Creo firmemente que tanto  yo como  mis compañeros de aquellos
          tiempos tuvimos una juventud que deseo para  mis hijos  y para la actual
          generación.
            Por otra parte, debo añadir que durante los años de mi juventud, la lucha
          política que, poco tiempo después de la guerra hizo difícil la vida a la
          población civil, no repercutía de una forma tan amenazadora sobre la
          existencia de los jóvenes.
            Mi educación, la que recibí en mi hogar y la que me templó durante los
          años de  mis estudios superiores, se  basaba en la idea de que el nuevo
          régimen democrático implantado en Austria y en Alemania sólo podía ser
          considerado  como un indiscutible avance si se le comparaba con la
          monarquía absoluta. Implantada por  hombres plenamente conscientes de
          sus deberes  y ensalzada  por idealistas, la democracia republicana era
          considerada como una bendición por los pueblos europeos. Las cuestiones
          políticas sólo pueden ser resueltas por los políticos, que no siempre
          encuentran las cosas fáciles.
            Nosotros, la joven generación, no estábamos obligados a interesarnos y
          a participar  directamente en las  cuestiones políticas. Recordábamos las
          experiencias de los primeros años de la posguerra, durante los cuales las
          luchas políticas respondían más a intereses personales que al bien común.
          Llegamos a la conclusión de que se podía ser antipolítico, en el sentido de
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