Page 23 - Vive Peligrosamente
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transcurso de la guerra. La pregunta más importante que se hacía entonces
la población civil era la siguiente:
"¿Dónde han ido a parar la libertad y la democracia, conceptos e ideas
que dieron origen a esta sangrienta guerra?"
La Monarquía austro–húngara había sido derrocada. ¿Por qué no se
trataba, pues, de instaurar un régimen mejor, sin los fallos que
caracterizaban a aquélla y que tanto se criticaron? ¿Por qué se había
destrozado totalmente una economía estable que duraba desde hacía cientos
de años, para sustituirla por una caricatura de la misma que no ofrecía
ninguna clase de garantías? ¿Por qué se habían formado Estados autónomos
tales como Polonia, Hungría, Checoslovaquia y Lituania, y se había
privado de tal privilegio a grandes grupos de alemanes que vivían en el
norte de Silesia y en el sur del Tirol?
En el año 1919 el Parlamento austriaco, aunque con mayoría
socialdemócrata, había adoptado el lema, con sólo un voto en contra, de
que "la Austria alemana era una parte integrante de la República Alemana".
Las votaciones efectuadas en el Tirol y en Salzburg dieron una mayoría
del noventa por ciento de votos a favor de una unión con Alemania. Este
"detalle" no lo tuvieron en cuenta los aliados, a pesar de haber sido ellos
mismos los que promovieron tales votaciones, y prohibieron al pueblo que
llevase a efecto su deseada unión con Alemania.
Aquella negativa nunca fue olvidada y "coleó" durante los años que
siguieron a ella. Los hombres que no la olvidaron no sólo se apoyaban en
razones de orden político y social; tenían en cuenta los problemas
económicos que giraban en tomo a dicha unión, cuya importancia no podía
ser ignorada.
El canciller social–demócrata de entonces, doctor Renner, presentaba
argumento tras otro en defensa de la unidad de los dos Estados; estos
argumentos los expuso, de palabra y por escrito, durante todo el año 1918.
El doctor Renner demostró que sabía permanecer fiel a sus ideas, ya que
continuó luchando por ellas hasta 1938, y acreditó una gran sinceridad
política al presenciar el triunfo de su rival nacional–socialista, que las
convirtió en realidad, llegando hasta felicitar a su adversario durante una
entrevista que sostuvieron ambos.
Otro prelado y canciller, doctor Ignaz Speidel, social–cristiano, también
reconoció la necesidad económica de la unión. El 1º de octubre de 1926,
Speidel fue nombrado canciller por segunda vez, y su política, que se
basaba en la necesidad de preparar la unión con el Reich alemán, fue