Page 21 - Vive Peligrosamente
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caderas para procurar sujetar con ellas los remos. La situación se hizo más
          y más difícil. Del aire romántico  de nuestra excursión, que había
          predominado al principio de ella, no quedaba ya nada.
            Al cabo de un rato desapareció todo vestigio de visibilidad, lo que me
          obligó a orientarme por el instinto. El viento soplaba cada vez con mayor
          violencia y las olas eran tan altas que acabaron por llenar de agua el fondo
          del bote. Me sucedía una cosa extraña:  mi  mayor preocupación era la
          embarcación, los sentimientos de mi pasajera me tenían completamente sin
          cuidado, ya que yo sabía que, en caso de verdadero apuro, me sería fácil
          salvarla. Al  cabo de poco tiempo la tempestad amainó; más  tarde nos
          enteramos de que no había durado tanto como  a  nosotros nos pareció;
          desapareció con la misma rapidez con que se había presentado. El oleaje
          siguió acompañándonos hasta que conseguimos entrar en el puerto donde
          nos esperaba un grupo de gente.
            Lo relatado anteriormente no debe de hacer pensar a nadie que dedicaba
          todo mi tiempo al deporte y a las diversiones, sino solamente mis ratos de
          ocio. El resto del tiempo, así como mis esfuerzos, los dedicaba a
          menesteres más importantes. Como mis estudios me dejaban muchas horas
          libres, me preocupaba de aumentar el dinero que me daba mi padre para
          mis gastos dando clases particulares a algunos condiscípulos míos que iban
          retrasados en sus estudios.
            Nosotros, los estudiantes, también teníamos oportunidades de ganar
          dinero en los medios artísticos. Algunos directores de películas, tales como
          Preminger, que actualmente cosecha grandes triunfos en  Hollywood, nos
          facilitaban la oportunidad de ganarnos algunas cantidades dando
          representaciones nocturnas dé las que exigía un máximo esfuerzo. Cuando
          éstas no eran de importancia no poníamos mucho interés en ellas, hasta tal
          punto que, en  muchas ocasiones, dejábamos que algunos compañeros
          nuestros nos sustituyeran, lo que regocijaba a los asistentes a las mismas,
          sobre todo cuando un novato no entraba en escena en el momento indicado,
          o cuando se trataba de soltar una larga parrafada.
            Si las pruebas resultaban satisfactorias se nos ofrecía representar alguna
          obra en el "Teatro Popular Alemán", de Viena, a pesar de que éramos
          simples aficionados. Fue precisamente en dicho teatro donde tuve ocasión
          de conocer a la famosa actriz Paula Wessely, que representaba el primer
          papel de la popular comedia "El viejo Heildelberg". Logré formar parte de
          la comparsería de la obra y no paré hasta conseguir sacar a hombros de la
          escena a Paula, ayudado por otro actor. La actriz llevaba una vida sencilla,
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