Page 325 - Vive Peligrosamente
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gubernamentales, el parque próximo y las calles que rodeaban la zona,
debiendo mantenerla limpia de tropas enemigas y, en caso de apuro, si yo
lo ordenaba, proteger con su fuego a mi Batallón de Cazadores mientras
asaltaba los dos edificios en los que tenía su sede el gobierno. Pero di una
orden rigurosa, acordándome de la avasalladora sorpresa que, en todo
momento, acompañó a mi acción italiana:
–¡Suceda lo que suceda, debemos dejar al enemigo la decisión de
disparar el primero!
La orden de "libertad para disparar" a transmitir a nuestras tropas debía
darse por medio de una bengala roja disparada por mí mismo, por el capitán
von Fölkersam o por el jefe más antiguo de las dos compañías de tanques
que tenían la misión de protegernos.
Dos grupos de asalto de mi Compañía debían tomar por sorpresa y, si
era posible, evitando disparar un solo tiro, las dos entradas principales,
situadas ante el parque y en la estrecha calle que se abría ante las dos
construcciones de los dos edificios gubernamentales; también debían
apoderarse, si ello era posible, de las escaleras y del primer piso de ambas
casas. Yo, por mi parte, tenía la intención de entrar, con un tercer grupo, en
el segundo de los edificios para intentar llegar al primer piso del primero a
través del pasadizo de comunicación, porque sabía que era allí donde tenía
sus despachos la mayor parte del gobierno.
No pudimos hacer más planes. Debíamos dejar el desarrollo de los
acontecimientos en manos de la casualidad; o bien, esperar para realizar
nuevos proyectos a que el FHQ nos remitiera nuevas órdenes. No debe
olvidarse que yo ignoraba, por completo, en qué clase de circunstancias nos
serían transmitidas dichas órdenes. No sabíamos si debíamos adelantarnos a
un golpe preparado por la "Francia Libre" y romper, al mismo tiempo,
todos los lazos con los componentes del gobierno francés que simpatizaban
con el general De Gaulle; o bien, si deberíamos obligar al Gobierno de
Vichy a trasladarse al Norte bajo nuestra vigilancia.
El tiempo de espera no resultó inactivo. En más de una ocasión se nos
ordenó permanecer en estado de alarma. Frente a tales frecuentes órdenes,
reaccionamos disponiendo el estado de alarma número I para mi Batallón y
mandando al Batallón de la Policía que intensificara sus acciones de
patrulla. Pero, en la mayoría de las ocasiones, el FHQ anulaba todas sus
órdenes.
Una noche, a mediados de diciembre, recibimos otra de aquellas órdenes
y, al mismo tiempo, fui llamado a París. A las cinco de la mañana ocupé