Page 322 - Vive Peligrosamente
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no podían ser pasados por alto y tenían que ser incluidos en nuestras
previsiones.
Seis compañías de los dos batallones de la policía estaban acuarteladas
en pequeños pueblos, formando un semicírculo en torno a la ciudad en un
radio de acción de ocho kilómetros. Disponíamos, asimismo, de las dos
compañías de reserva que debían ocupar los once puntos clave de todas las
carreteras que partían de la ciudad, con el fin de evitar que nadie entrase, ni
saliese de ella. Estaban perfectamente motorizadas y preparadas para
actuar.
Las demás compañías de la policía también debían ponerse en marcha
en cuanto recibiesen la consigna en clave avanzando en formación cerrada
hacia Vichy para establecer, en torno a ella, un estrecho cerco de unos seis
kilómetros de extensión. Contábamos que, con tales movimientos,
podríamos formar un doble cerco y conseguiríamos que ningún ser viviente
pudiese entrar o salir de la ciudad sin llamar nuestra atención.
Durante los primeros días nos limitamos a patrullar. Los dos hombres
que estaban de guardia se paseaban, día y noche, por las calles y los
caminos de las zonas que tenían la misión de controlar. También exigíamos
a los pasajeros de los diversos vehículos que nos mostrasen su
documentación, lo que nos permitía dar una cierta justificación a la
presencia de nuestras tropas en aquella zona. Por medio de aquellas
sencillas medidas de precaución, conseguimos, igualmente, que los
componentes de las diversas compañías conocieran cada palmo del sector
que les correspondía. Para explicar tales medidas, dijimos a las tropas que
preparábamos una acción en masa contra los agentes enemigos, cuyo
número iba en aumento de una manera paulatina, según fuentes dignas de
crédito, en torno a la ciudad de Vichy y en sus alrededores.
El plan de ataque de los batallones de asalto fue perfilado cada día, a
pesar de saber que nos veríamos obligados a dejar que muchos de sus
detalles se resolvieran en el momento de la acción, lo que suele siempre
suceder en semejantes circunstancias. A pesar de ello, estábamos
firmemente decididos a hacer todo lo posible para que la operación no
fracasase.
Pasé un sinfín de horas despierto, dando vueltas y más vueltas en el
lecho, pensando en todas las posibilidades que podían presentarse. A fuer
de sincero, debo reconocer que mis pensamientos no fueron siempre
agradables. Estaba obligado a hacer frente a varios puntos oscuros,
estrechamente relacionados con mi nueva misión. Me sentía enormemente