Page 61 - Vive Peligrosamente
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habláramos un  alemán relativamente "bueno". Probablemente estaba
          convencido de que le habían enviado a un Estado de los Balcanes...
            Nos sentimos abrumados al comprobar que los habitantes del Reich
          desconocían, por completo, las costumbres y los hábitos de la antigua
          Austria alemana, costumbres que habían sido las nuestras durante cientos
          de años.
            Casi nos  sentíamos insultados  cuando alguno de aquellos "nuevos
          señores" se obstinaba en inculcarnos sentimientos nacionalistas. También
          parecían no haber olvidado la despreciativa idea  que se formaron, en un
          tiempo, sobre nosotros, que dio pábulo al desagradable apodo de "Kamerad
          Schnürschuh" (camarada remendón).
            Debo decir algo que considero de suma importancia, para ser
          plenamente comprendido.
            En primer lugar, que ya  en el año 1938 hice todas estas críticas, y
          también en todas las ocasiones posteriores, siempre que me parecieron
          oportunas. En segundo,  que entre los  funcionarios  alemanes había gran
          número de hombres maravillosos que se adaptaron en muy poco tiempo a la
          manera de ser de los austriacos haciéndolo por instinto y por satisfacer sus
          deseos de sernos agradables.
            Cuando nosotros hablamos de Alemania, no podemos olvidar la idea de
          la "línea del Maine". Al hablar de la "línea del Maine", queremos referirnos
          al contraste que existe entre los alemanes del Norte y los  del  Sur. Y si
          queremos expresarlo de una manera más popular, es diremos la "antipatía "
          de los prusianos frente a los otros.
            Sería estúpido negar que en Austria existe una latente antipatía contra
          los prusianos. Antipatía que existió, que seguirá existiendo y que ha sido
          fomentada por una irresponsable propaganda. Y esta antipatía se convirtió
          en un concepto que iba contra los insoportables y antipáticos elementos del
          pueblo al que siempre consideramos nuestro hermano, pero que se limitó a
          los alemanes del otro lado de la frontera, llamados "de boca grande".
            A lo largo de mi vida me he encontrado con muchos prusianos que no
          eran de mi agrado. Pero si he de ser sincero debo añadir que también hice
          conocimiento con muchos bávaros, sajones o berlineses que no me hacían
          "mucho tilín". Uno puede llegar a entenderse con ellos si no permite que se
          le impongan y se les tiene a raya desde la primera ocasión.
            Como es de suponer, amplié mis conocimientos al respecto, y  sobre
          otras muchas cosas, durante la época de la guerra.
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