Page 59 - Vive Peligrosamente
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Reconocemos con alegría que el  movimiento nacional–socialista ha
          hecho mucho bien en el ámbito de la reconstrucción económica popular, así
          como en la política social del Reich alemán y de su pueblo, contribuyendo
          a fomentar el bienestar de las clases trabajadoras.
            También estamos firmemente convencidos de  que las ideas nacional–
          socialistas ahuyentarán el peligro  de la destrucción  y el ateísmo de los
          bolcheviques, que comenzaba a cernirse sobre nosotros.
            Los obispos bendicen el nuevo movimiento y le  otorgan todos sus
          favores; desean que prevalezca por mucho tiempo, y exhortan a los fieles a
          aceptarlo sin recelo.
            Nosotros, los obispos, consideramos como un  deber nacional el
          incorporarnos al Reino alemán el  día de las elecciones populares y el
          considerarnos como alemanes. Por ello deseamos que todos los cristianos
          creyentes sepan que se deben a su pueblo.– Viena, 18 de marzo de 1938".
            Firmaron estas "Aclaraciones": Th. Cardenal Innitzer, de Viena; Adamm
          Hefter, de Klagenfurt; Obispo de St. Pölten; S. Waitz F. E. B., de Salzburg;
          Joh. María Gföllner, de Linz, y los obispos Ferd. Pawlikowski y Michael
          Memelauer.

            Para determinadas clases sociales, la interviú que se hizo a Renner –que
          había sido canciller social–demócrata (socialista)–, publicada por todos los
          periódicos vieneses, resultó tan eficaz como la declaración de los obispos,
          que he reseñado.
            Entonces,  y  aun ahora,  me pareció muy significativo el énfasis que
          tenían las palabras de aquel político y la forma en que aceptó la unión de
          Austria con Alemania. Para nosotros, los simples "nacionales", la decisión
          era sencilla, ya que no teníamos ni la más mínima duda sobre ella.
            Nuestros ideales políticos y la ambición de una mejoría económica nos
          habían llevado a aceptar la unión de Austria con Alemania ya desde 1918.
          Nunca nos preocupó el que un partido socialista o "populista" tenía en sus
          manos las riendas del poder en Alemania. Teníamos los mismos motivos
          que entonces, y sentíamos el  mismo  entusiasmo por llegar a la unión.
          Sabíamos que el destino de Alemania estaba en las manos de un gobierno
          nacionalista que encumbraba al Reich de una manera firme y decidida.
            Presencié el desfile de la Ringstrasse, que tuvo lugar el 15 de marzo de
          1938 para recibir a  Adolf Hitler, desde un lugar que  me ofreció una
          perspectiva de pájaro. La firma comercial para la que trabajaba tenía el
          encargo de efectuar unos trabajos de reconstrucción en las fachadas de los
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