Page 54 - Vive Peligrosamente
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La esposa del Presidente apareció en lo alto de la escalera. Claramente
se veía que estaba asustada; quería saber qué era lo que sucedía. Su esposo
se recuperó en seguida y me preguntó:
–¿Quién es usted? ¿Qué es lo que desea?
A pesar de la extraña situación, entre trágica y cómica, me presenté con
la mayor formalidad:
–Soy el ingeniero Skorzeny, señor Presidente. ¿No cree usted que sería
mejor que ambos hablásemos con el Canciller? El os informará sobre la
misión que me han encomendado.
Los soldados nos abrieron paso y subimos el resto de la escalera
seguidos por el teniente.
"Esperemos que todo salga bien –pensaba yo–. No puedo olvidar que el
doctor Seyss–Inquart no sabe quién soy yo y, tal vez, no haya sido
informado de lo que se me ha encargado".
Estando ya dentro, oí que la puerta exterior era golpeada con energía.
Uno de los hombres que se encontraba en el vestíbulo la abrió un poco, y
pudimos ver a un oficial de la policía, que desapareció casi
inmediatamente. Yo me pregunté qué sería lo que sucedía.
–Perdóneme un momento, señor Presidente –dije a Miklas–; voy a
enterarme de lo que pasa.
Bajé rápidamente al vestíbulo. Abrí la puerta y la cerré a mis espaldas.
Debo confesar que no las tenía todas conmigo, ya que ignoraba por
completo cuál sería el desarrollo de los acontecimientos. Tampoco estaba
seguro de actuar acertadamente.
El oficial de la policía me saludó y preguntó:
–¿Es usted el ingeniero...? ¡Perdón, he olvidado su nombre!
Le aseguré que era el ingeniero Skorzeny y que comprendía que mi
nombre era difícil de retener. El dijo:
–Entonces, llego a tiempo. El Canciller me ha ordenado que me ponga a
su disposición con todos mis hombres. Quería preguntarle si necesitaba de
mis servicios con urgencia.
Me sentí aliviado al comprobar que el doctor Seyss–Inquart conocía mi
nombre y sabía de mi existencia. Rogué al oficial que esperara hasta que
hubiera hablado con el Presidente. Y antes de volver a entrar en la casa, le
informé de lo que ocurría dentro.
Al volver al interior del vestíbulo, vi que las cosas no habían cambiado.
Los dos grupos continuaban enfrentándose con las armas en la mano
Gerhard me esperaba junto a la puerta.