Page 160 - El Misterio de Belicena Villca
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–Escrito está, por los Profetas, que el Emblema de Israel es la Paloma.
                 “En pos de Jehová marcharán los Hijos de Israel: El rugirá como un León, y ellos
                 vendrán como una  Paloma”, dijo Oseas  [Os. 7 y 11] pues Jehová había
                 ordenado, por boca de Jeremías: “Israel, sed como la Paloma que anida en el
                 borde del abismo” [Jer. 48].
                        Prosiguió Birsa, satisfecho con la respuesta de Benjamín:
                        –¡No olvidéis jamás, Sacerdotes, que el Emblema de Israel es la Paloma,
                 porque ese símbolo señalará el Final de los Tiempos! Dije antes que el momento
                 del triunfo está cerca, que la Sinarquía del Pueblo Elegido pronto será instaurada:
                 entonces el Emblema de Israel será impuesto a los hombres y habrá llegado la
                 oportunidad de Nuestra intervención. Así se hará pues así lo ha decidido la
                 Fraternidad Blanca y lo  ha aprobado Melquisedec, el  Supremo Sacerdote: en
                 todo el mundo, miles y miles de Sacerdotes, y partidarios de la Causa de Israel,
                 se embanderarán con su Emblema; sólo  los hombres viriles se resistirán y
                 buscarán escapar a la masificación social por medio de la rebelión y la guerra:
                 tratarán de fundar un Nuevo Orden Moral basado en la Aristocracia de la Sangre,
                 pero serán ahogados en su propia sangre; y Nosotros responderemos al clamor
                 de los que llevan por señal el Emblema de Israel; y soltaremos entre los hombres
                 al  Dragón de Sodoma; y el hombre perderá su  virilidad y se ablandará, se
                 tornará  como mujer; aún cuando pueda procrear, su voluntad de luchar será
                 debilitada por un afeminamiento creciente que se extenderá a toda la Humanidad;
                 perplejos, muchos confundirán la moral sodomita con  un producto de la alta
                 civilización, pero en verdad sucederá que el Corazón dominará a la Mente y
                 enervará a la Voluntad; al Final,  todos acabarán aceptando el modo de vida
                 sinárquico; y el hombre sustituirá al Aguila por la Paloma, a la Guerra por la Paz,
                 al Riesgo heroico por la  Comodidad pasiva. ¡Pero esa Paz de la Paloma, que
                 disfrutarán con la Sinarquía del Pueblo Elegido, será el camino más corto hacia el
                 Holocausto Final en el que serán sacrificados a Jehová Satanás, hacia el Océano
                 de Lejía en el que serán convertidos para lavar la Señal Abominable en la Piedra
                 de Fuego! ¡Esta es la “Peste” que la Maldición del Altísimo compromete para los
                 que queden fuera de la Ley!
                        De inmediato, como si sus mentes estuviesen extrañamente sincronizadas,
                 retomó la palabra Bera:
                        –¡Sí, Sacerdotes! ¡Que sobrevenga la Sinarquía del Pueblo Elegido, que la
                 Humanidad se embandere con el Emblema de la Paloma, y Nosotros
                 regresaremos a traer la Peste de la Muerte Final, el Fuego Caliente y el Agua y la
                 Sal del Cielo! ¡Pero seremos precedidos por el Dragón de Sodoma, el Heraldo
                 que anunciará nuestra llegada! Vosotros habéis visto los extremos del proceso en
                 esta Cueva: la sangre, degradada con el  agua, y el agua,  transformada en
                 sangre; y tras el lago de sangre, la Peste de la Muerte Final, el betún de Judea,
                 la Lejía negra.
                        ¡Decid, Sacerdotes de Israel!: ¿Cuál fue la primer plaga que Jehová envió
                 a Egipto para imponer la Causa de Israel?
                        –¡El agua se transformó en sangre! –afirmó Benjamín.
                        –¿Y cuál fue la última plaga, con la que se aseguró el triunfo del Pueblo
                 Elegido?
                        –¡La  Peste en medio de los Gentiles! ¡La Peste ofrendó la vida de los
                 Gentiles a Jehová como holocausto por la próxima Gloria de Israel! ¡Sólo los que
                 estaban manchados con la Sangre del Cordero no fueron tocados por la Peste!

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