Page 156 - El Misterio de Belicena Villca
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de Jehová y no debemos faltar a la Ley. ¡Pero podemos inducir a los Gentiles a
que lo hagan para que la Maldición los alcance, para que la Peste se instale
entre ellos: entonces será posible el Supremo Holocausto de Fuego!
–¡¿En qué consiste?! –rugió el Abad de Claraval sin poderse contener.
–Allí está la respuesta –dijo Bera, señalando con el Dorché el lago de
betún–. Pero esto sólo lo comprenderá quien entienda que la nuestra es una
guerra entre la Piedra y la Lejía. La Piedra, puesta al Principio del Tiempo, es el
Enemigo; y la Humanidad, puesta al Final del Tiempo, es la Lejía, el Supremo
Holocausto, la Purificación por el Fuego Caliente que exige el Sacerdocio de
Melquisedec.
No obstante la insistencia de los Inmortales, ninguno de los cuatro
comprendió que acababan de revelarles el Secreto del Supremo Holocausto. Lo
de la guerra entre la Piedra y la Lejía se les antojaba harto misterioso. Sólo Nasi
atinó a preguntar:
–¿Os referís a la Muerte del Juicio Final, la Muerte Ardiente de los
Condenados?
–¡No! Está Escrito que la carne no morirá realmente, aunque el cuerpo se
desintegre en la tumba, pues todos los hombres resucitarán para ser juzgados de
acuerdo a sus pecados. Ello será posible porque el hombre existe en muchos
mundos a la vez, mundos que han sido y mundos que no han sido: en algunos de
tales mundos aún está vivo y en otros puede que haya perecido; pero de esos
mundos será extraído el cuerpo que vivirá nuevamente, quizá por mil años, quizá
por mucho más; unos serán condenados, sí, y morirán definitivamente; pero otros
vivirán de nuevo sobre la Tierra. No es, entonces, a esa Muerte a la que nos
referimos. En verdad hablamos de algo muy posterior y concluyente: de la
extinción de la conciencia humana. El Final de la Humanidad llegará cuando el
Fuego Caliente abrase todos los mundos donde existe el hombre, y el Alma del
hombre, y sólo quede la Lejía por testigo. En ese momento nosotros, la
Manifestación de Jehová Satanás, habremos alcanzado la Perfección del Alma,
la Divina Finalidad proyectada desde el Principio. Pero no así los Gentiles, que ya
no tendrán razón para existir en los mundos, pues el objeto de su creación fue
favorecer nuestra perfección: será la Voluntad del Altísimo que sus cenizas
cubran la Tierra para que el Agua Salada del Cielo las convierta en ríos de
Lejía. ¡Oíd bien, Sacerdotes del Altísimo: cuanto antes se calcine a la
Humanidad, antes se acercará la Perfección para vosotros! ¡Convertid al hombre
en Lejía y consumaréis el Supremo Holocausto que espera el Creador al Final del
Tiempo! –explicó Bera, haciendo gala de notable paciencia.
Y continuó hablando, pues los cuatro Sacerdotes habían enmudecido. –Es
la Fe en la Perfección Final que alcanzarán los creyentes en Jehová Satanás
mediante el Sacerdocio de Su Culto, la que obrará los milagros más grandes. Si
sois capaces de ver el Final habréis adelantado el Final, la Perfección estará en
vosotros y el momento del Supremo Holocausto habrá llegado: vuestra Fe
inquebrantable en la Perfección Final, y la Comprensión del Final, traerá al
Presente el Fuego Caliente del Final, que calcinará al hombre imperfecto; y sobre
sus cenizas lloverá luego el Agua y la Sal del Creador; y el Signo Abominable
que está en la Piedra de Fuego será lavado con Lejía. Así ocurrió en Sodoma,
en Gomorra, y en otras diez ciudades del Valle de Sidim, cuando Birsa y Yo
alcanzamos la Perfección Final y establecimos la diferencia con la
imperfección de sus pueblos, logrando que exhibieran públicamente su
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