Page 155 - El Misterio de Belicena Villca
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Templarios Bafomet, e idealizaban como expresión del perfecto andrógino. Sin
                 soltar el Dorché, dijo en excelente latín:
                        –Al fin se ha extinguido el linaje maldito de Tharsis. Ello alegrará al
                 Supremo Sacerdote.
                        –Habéis contemplado un gran prodigio, habéis visto en acción el Poder de
                 YHVH Sebaoth –afirmó Birsa en el mismo idioma.
                        –¿Es esa, por ventura, la Muerte del Cuerpo? –se atrevió a interrogar el
                 Abad de Claraval.
                        –El asfalto, el betún, la Muerte, y la Peste, son la misma cosa, somos Nos
                 –respondió Bera con seguridad.
                        –¿Reconocéis esta substancia? –interrogó a su vez Birsa, dirigiéndose al
                 Rabino Nasi.
                        –Sí, afirmó éste. Es “betún de Judea”, el mismo que contamina el lago
                 Asfaltitis, al que nosotros denominamos Mar Muerto.
                        Los Golen y los Rabinos sabían que Bera y Birsa habían sido los últimos
                 Reyes de Sodoma y Gomorra. Y sabían también cómo habían alcanzado tan alta
                 jerarquía en la Fraternidad Blanca: durante su reinado, en un momento de
                 maravillosa iluminación, Ellos descubrieron el Secreto del Supremo Holocausto
                 de Fuego. Después cayó el Fuego del  Cielo que calcinó a  aquellos pueblos y
                 Bera y Birsa partieron hacia Chang Shambalá, una de las Mansiones de Jehová
                 Satanás y sus Ministros, los Seraphim Nephilim. Así, pues, mucho antes que
                 Israel existiese, cuando su simiente aún estaba en Abram y nadie sacrificaba al
                 Dios Uno, Ellos fueron capaces de ofrecer a sus respectivos pueblos en
                 holocausto para la Gloria de Jehová  Satanás. El betún de Judea, evidente
                 residuo de la aniquilación de sus pueblos, advino por Ellos a la región del Mar
                 Muerto. Pero tal Sacrificio les valió el ser recibidos por Melquisedec, el Supremo
                 Sacerdote de la Fraternidad Blanca, quien los consagró en el Más Alto Grado de
                 su Orden. ¿Qué Sacerdote del Pacto Cultural no querría imitar a Bera y Birsa? –
                 Oh; pensaban los cuatro presentes, ¿qué no daría un Sacerdote por disponer
                 algún día de un pueblo entero para sacrificar, como habían hecho sin dudar Bera
                 y Birsa? ¡Ese sería un Holocausto digno de Jehová Satanás!
                        –¿Cuál es la Maldición de Jehová Satanás para quien no cumple la Ley? –
                 preguntó ahora Bera al Rabino Benjamín.
                        –“Soltaré contra vosotros bestias salvajes. Os castigaré siete veces por
                 vuestros pecados. Traeré sobre vosotros la espada; os refugiaréis en vuestras
                 ciudades, pero Yo enviaré la  Peste en medio de vosotros. Y os retiraré el
                 sustento del pan”, –sintetizó Benjamín, repitiendo a Isaías.
                        –¡Así está Escrito! –confirmó con ferocidad Birsa–. ¡Ese sería el castigo
                 para nuestra debilidad pero también puede ser nuestra Fuerza! Debéis reflexionar
                 sobre ello como hicimos Bera y Yo hace milenios, cuando aún la Ley no estaba
                 Escrita en la forma que la habéis expresado. Entonces fuimos capaces de
                 comprender el Secreto del Supremo Holocausto y de llevarlo a cabo en Sodoma
                 y Gomorra: por eso, y por la Voluntad de Jehová Dios, ahora Nosotros somos la
                 Peste. Debéis reflexionar sobre la Maldición con serenidad, os aconsejamos.
                 Porque solamente quienes tengan la calma para contemplar el Principio y el Fin
                 del Tiempo podrán comprender el Secreto del Supremo Holocausto de Fuego, el
                 Final de la Humanidad. Mas el premio de ese conocimiento significa la
                 inmortalidad del Alma, el Alto Sacerdocio, y los Poderes que nos habéis visto
                 aplicar. Reflexionad sobre ello, Sacerdotes: Nosotros seis somos la Manifestación

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