Page 270 - El Misterio de Belicena Villca
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naturaleza”: “la longitud del lado es proporcional a la longitud del meridiano
terrestre y su razón es de 5 cm.”
En esta operación que se acaba de describir han intervenido los “principios
matemáticos” (cuando se distinguen dos caras, cuatro aristas, etc.) y las
“premisas culturales preeminentes” (cuando se tornó “eminente” la cara, el lado, o
cualquier otra cualidad). Las dos fuentes concurren en el acto racional de
“relacionar” (medir) aspectos del fenómeno y postular una “ley de la naturaleza”
(mide 5 cm.) que puede ser universalmente comprobada.
Espero haber dejado en claro que los principios matemáticos (el uno, el
dos, el cuadrado, etc.), por ser propiedades intrínsecas de la estructura mental,
intervienen a priori en la formulación de una ley de la naturaleza. En cuanto a
los “números” del mundo, esos que aparecen grabados en la regla graduada,
sólo son signos culturales de representación a los que se distingue gracias al
aprendizaje convencional. Hubo pueblos antiguos que representaban los
números con nudos o ideogramas; es presumible que un instrumento de
medición compuesto de una vara en la cual se han grabado jeroglíficos, no
significaría, en principio, nada para nosotros si no logramos “leer” los signos, es
decir, realizar las representaciones numéricas.
El análisis epistemológico sobre el modo como el hombre establece una
ley de la naturaleza ha de llevar fatalmente a la conclusión de que sería imposible
que el principio del cerco fuese localizado en el mundo como propiedad de los
entes y pudiese ser formulado en un lenguaje sociocultural. Por el contrario, lo
que puede ocurrir, en todo caso, es que el principio del cerco sea proyectado,
consciente o inconscientemente, sobre un fenómeno y sea luego descubierto en
él como relación eminente entre cualidades; naturalmente, dependerá del tipo de
fenómeno representado la complejidad con la que el principio del cerco sea
empíricamente reconocido e introyectado en la estructura psíquica.
En resumen, el “principio del cerco”, descubierto a la conciencia por el
mensaje de los Dioses Leales, es también un principio matemático y como tal
intervendrá “a priori” en toda percepción fenoménica. Los números naturales
(que están en la mente) permiten “contar” (uno, dos) las mitades de esa manzana
(que está en el mundo). El principio del cerco (que está en la mente) permite
aplicar la “ley del cerco” sobre ese fenómeno (que está en el mundo). He
recorrido un largo camino para arribar a esta conclusión. La expresaré ahora de
manera general: el principio del cerco hará posible la determinación de la ley
del cerco en todo fenómeno y en cualquier relación entre fenómenos.
Pero el principio del cerco es, generalmente, inconsciente y sólo quienes
logran oír el mensaje de los Dioses Leales pueden incorporarlo a la esfera
consciente. Y sólo ellos, los hombres despiertos, serán capaces de aplicar la ley
del cerco en una Estrategia guerrera que asegure el Regreso al Origen.
Antes mencioné la solución de Navután al Misterio del Laberinto y dije
que ella incluye el empleo de las Vrunas y el principio del cerco. Ahora agregaré
que dicha solución, denominada Tirodinguiburr, se traduce en la técnica
arquemónica de la Sabiduría Hiperbórea. Tal técnica, que es imprescindible
dominar en el “modo de vida estratégico”, permite definir en el Universo un
“Cerco estratégico”, al que me referí los Días Tercero y Trigesimosexto. Pues
bien, según la Sabiduría Hiperbórea, todo Cerco estratégico es técnicamente
un “Arquémona” o “Cerco infinito”. Con otras palabras, el hombre despierto
descubre el principio del cerco y lo proyecta en el Mundo: ello no es suficiente
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