Page 278 - El Misterio de Belicena Villca
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mundo y se ha despojado de la máscara  cultural. Deseo mostrar ahora otro
                 aspecto de la reacción enemiga que ha motivado la presencia del Gral.
                        Por el Gral el hombre comete el  crimen de despertar; ha pecado, y el
                 castigo se cobra con la moneda del dolor y el sufrimiento, por la encarnación y la
                 ley del Karma. Los encargados de velar por la Ley, y a quienes más ofende el
                 recuerdo hiperbóreo de los hombres despiertos son los “ángeles guardianes”, es
                 decir, los Demonios de Chang Shambalá y su Fraternidad Blanca. Hay, aparte de
                 ésta, una reacción directa del Demiurgo que conviene conocer. Pero, como tal
                 reacción se ha repetido muchas veces desde que los Espíritus Hiperbóreos han
                 sido encadenados al yugo de la carne, una exposición completa debería abarcar
                 un lapso de tiempo enorme, que va más allá de la Historia oficial y se pierde en la
                 noche de Atlántida y Lemuria. Desde luego, no podré embarcarme en un relato
                 semejante y por eso sólo me referiré a la reacción del Demiurgo  en tiempos
                 históricos, pero no debe olvidarse que todo cuanto se diga sobre este hecho no
                 es exclusivo de una Epoca, sino que ya ha sido y seguramente volverá a ser.
                 Una breve introducción le permitirá comprender tal reacción directa.
                        Cuando se plantea la pregunta, ingenua, sobre ¿cómo son los mundos de
                 donde procede el Espíritu cautivo?,  creyendo que puede haber alguna imagen
                 que represente a la inimaginable Hiperbórea, la Sabiduría Hiperbórea suele
                 responder con una figura metafórica; dice así al ignorante aprendiz: “imagina que
                 una mota de polvo recibe  un débil reflejo de los Mundos Verdaderos, y supón
                 que, luego, dicha mota es dividida y reorganizada en infinitas partículas. Haz otro
                 esfuerzo de imaginación y supone ahora que el Universo material que conoces y
                 habitas ha sido construido con los pedazos de aquella mota de polvo. La
                 Sabiduría Hiperbórea te dice: si eres capaz de reintegrar en un acto de
                 imaginación la inmensa multiplicidad del Cosmos en la mota original, entonces,
                 viéndola en su totalidad, percibirás  sólo un débil reflejo de los Mundos
                 Verdaderos.  Si eres capaz de reintegrar el Cosmos en una mota de polvo
                 verás sólo una imagen deformada de la Patria del Espíritu. Eso es todo
                 cuanto puede conocerse desde aquí”.
                        La metáfora se torna transparente si  se considera que el Demiurgo ha
                 construido el Universo imitando una torpe y deformada imagen de los Mundos
                 Verdaderos. Ha insuflado Su Aliento a la Materia y la ha ordenado con el
                 propósito de “copiar” el débil reflejo que  alguna vez recibió desde las Esferas
                 Increadas. Pero ni la sustancia era  la adecuada ni el Arquitecto estaba
                 capacitado para ello  y, sumado a esos males, debe considerarse la intención
                 perversa de pretender  reinar como Dios de la obra, a semejanza (?) del
                 Incognoscible. El resultado está a la vista: un Infierno maligno y demencial, en el
                 cual, muchísimo tiempo despúes de su  creación, por un Misterio de A-mort
                 incontables Espíritus Eternos fueron esclavizados, encadenados a la materia y
                 sujetos a la evolución de la vida.
                        La característica principal del  Demiurgo es evidentemente la  imitación,
                 por medio de la cual ha intentado reproducir los Mundos Verdaderos y cuyo
                 resultado ha sido este vil y mediocre Universo Material. Pero es en las distintas
                 partes de Su Obra adonde se advierte la alucinante persistencia en imitar, repetir
                 y copiar. En el Universo “el todo” es siempre copia de “algo”: los “átomos”, todos
                 semejantes; las “células”, que se dividen en pares análogos; los “animales
                 sociales”, cuyo instinto gregario se basa en la “imitación”; la “simetría”, presente
                 en infinidad de fenómenos físicos y biológicos; etc. Sin extenderse en más

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