Page 478 - El Misterio de Belicena Villca
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que armarme de paciencia y aceptar la extraña conducta de mi tío! Y, para colmo
                 de mi frustración, sin poder avanzar mucho en la lectura del libro Fundamentos
                 de la Sabiduría Hiperbórea debido a la complejidad de los temas que trataba: se
                 requería, cuando menos, un Diccionario  Filosófico para comprender con
                 profundidad la mayoría de los conceptos, que estaban empleados con mucha
                 precisión, e ignoraba si tío poseía algún tipo de ejemplar, aunque de nada me
                 serviría si estaba escrito en alemán. Naturalmente, no conseguí resolver el
                 problema hasta que reapareció tío Kurt, y para entonces ya no sería necesario el
                 Diccionario porque jamás terminaría de leer el libro de Nimrod:  el relato de tío
                 Kurt, y los sucesos que ocurrieron luego, me lo impidieron inevitablemente.



                        Ha de haber sido muy intenso el efecto psicológico que la carta produjo en
                 tío Kurt pues, como efecto de la lectura, demostraba entonces un cambio físico
                 muy notable, sin dudas un producto psicosomático de la impresión recibida. Con
                 pocas palabras, por el aspecto que  mi tío presentaba, aparentaba haber
                 retrocedido varios años en esos diez días, estaba mucho más joven, mostraba un
                 carácter positivo y comunicativo que antes no le conocía. Sospecho, y no creo
                 equivocarme demasiado, que los treinta  y tres años pasados en Santa María
                 habían agriado su temperamento, normalmente jovial, y causado esa
                 personalidad huraña y pesimista que advertí al llegar a la Finca. La personalidad
                 de aquél que ya no confía demasiado en que se cumplirán los designios de los
                 Dioses y espera resignado la resolución de la Muerte. Treinta y tres, son muchos
                 años para aguardar en Catamarca, Yo lo comprendía mejor que nadie, y me
                 parecía lógico que hubiesen erosionado su carácter. Y por eso entendía entonces
                 que el cambio estaba justificado, incluso que era previsible, toda vez que la carta
                 de Belicena Villca cubriese sus expectativas por tantos años postergadas. Pues
                 estaba claro, ya que él mismo lo había confesado, que sus instrucciones para
                 después de la guerra, “instrucciones de los Dioses”, lo obligaron a permanecer
                 en aquel lugar, y que mi llegada portando la carta,  y el presunto e inminente
                 ataque de los Druidas, constituían pruebas de que esa espera casi había
                 terminado.

                        –En verdad, neffe –fue lo primero  que dijo tío Kurt, confirmando mis
                 presunciones– no es la carta lo que  me ha afectado hasta un extremo que no
                 puedes imaginarte, sino el Misterio de Belicena Villca, lo que estaba oculto tras
                 su existencia real y que ahora se descubre ante nosotros. De la carta, neffe, de
                 su contenido, es posible asumir una participación meramente intelectual; pero del
                 Misterio que la carta y que la muerte de Belicena plantean, del Misterio de la
                 Casa de Tharsis, no es posible excluirse sin quedar fuera de la Estrategia de los
                 Dioses.
                        El Misterio ha llegado a nosotros –aquí tío Kurt, decididamente, se incluía
                 en mi aventura– y no podemos ni debemos  intentar esquivarlo. Ahora, que el
                 kairos lo permite, hay que llegar hasta el final, hasta la Orden Tirodal, hasta
                 Nimrod de Rosario, hasta Noyo de Tharsis y la Espada Sabia, hasta la Batalla
                 Final.
                        Asentí con un gesto, sorprendido aún por la firme y solidaria actitud de mi
                 tío. Este continuó, asombrándome una vez más.

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