Page 480 - El Misterio de Belicena Villca
P. 480
son justos los reproches, pero deberás ser tú quien me oriente en este momento,
pues de lo contrario no tendré más remedio que continuar del mismo modo
“ingenuo” como comencé.
Tio Kurt me contemplaba con lástima, sin dudas admirado de ver la
irresponsabilidad con que Yo tomaba las cosas. Según él, los Druidas eran
feroces enemigos a los que no había que temer pero tampoco subestimar. Yo no
temía, y eso era bueno; pero parecía evidente que Yo subestimaba al enemigo,
que no advertía que podría ser destruido en cualquier momento, que me arrojaba
a desafiar a un adversario poderoso “sin estar preparado para ello”. Ignoro si mi
actitud de entonces alcanzaba tal grado de insensatez, pero tío Kurt así lo creía y
eso lo desesperaba. De allí a que se dispusiese a considerarme un soldado
inexperto, un soldado en instrucción de su ejército particular, y en lugar de sugerir
y discutir conmigo lo que se debía hacer tornase a ordenar las medidas que a su
juicio habrían de tomarse sin dilación.
–Enviarás de inmediato una serie de telegramas cancelando todos tus
compromisos. Renuncia a tu trabajo, a tus estudios, a los clubes, bibliotecas o a
cualquier organismo al que estés vinculado. Despídete de quien tengas que
hacerlo comunicándole que emprendes un largo viaje: si desalientas sus
expectativas de verte o despedirse, pronto te olvidarán. Si tienes alguna
propiedad nombra un apoderado, alguien a quien no conozcas y que no te
conozca, una firma de abogados por ejemplo, y ordena su liquidación. Procede
del mismo modo con todo lo que te vincule a tu antigua vida: corta todos los
lazos, borra todas las huellas, suprime todas las pistas. ¡No basta que hayas
muerto para ti mismo; también debes morir para el Mundo!
El dinero no será problema por ahora: Yo te proveeré lo suficiente para
llevar a cabo esta misión. He pasado más de treinta años reuniendo dinero y el
día ha llegado de utilizarlo. Y es tanto tuyo como mío, neffe. (¿Sabes que había
testado a nombre tuyo?). Por supuesto, mi dinero soluciona los problemas de
momento, pero no es solución definitiva: trataré, en el futuro, de enseñarte las
tácticas operativas para que siempre puedas conseguir el dinero o las cosas que
necesites. Se trata de técnicas, métodos para valerse de sí mismo, técnicas que
todo Iniciado Hiperbóreo debe saber aplicar.
Desde luego, hice todo lo que él me había ordenado. Lo fui llevando a
cabo mientras duró mi convalescencia, durante los días en que tío Kurt me
narraba su extraordinaria historia. Al fin, el día que tuvimos que partir, nada
quedaba intacto en Salta, de mi vida anterior. Todo cuanto había hecho en años
de esfuerzo y trabajo, ahora estaba deshecho: tarde o temprano, el Dr. Arturo
Siegnagel sería sólo un recuerdo; y luego ni eso existiría, posibilidad que
entusiasmaba a tío Kurt. No quería pensar en la impresión que aquellas medidas
habrían causado a Papá y Mamá, a Katalina, porque se me “aflojaría el corazón”
y temía que tío Kurt lo notara: frente a él, quería aparecer más fuerte de lo que
era, quería tranquilizarlo sobre mi equilibrio y valor. Quería ponerme a su altura, a
nivel de sus exigencias, porque, casi sin advertirlo, había comenzado a admirar a
tío Kurt, a valorar sus grandes aptitudes, a apreciarlo y comprenderlo.
Capítulo VI
480