Page 475 - El Misterio de Belicena Villca
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oficina, tras un imponente escritorio, estaba sentado Nimrod observándome
atentamente. Al fin abrió un cajón y extrajo un libro de tapas rojas”.
–“Señor Pietratesta –dijo con seriedad–. Nadie llega hasta este lugar si
previamente no ha sido investigado en la Tierra y en el Cielo. Ud. ha satisfecho
los requisitos y por eso le ofrecemos esta oportunidad: ingresar a la Orden
Tirodal y convertirse en uno de sus Iniciados. Todos los que ingresan deben
realizar los mismos actos, que son muy sencillos: básicamente consisten en
comprender y aceptar los Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea, los que,
para beneficio de los Elegidos, hemos sintetizado en este libro –me alargó el libro
rojo–. El mecanismo de ingreso exige que Ud. lea este libro y decida si
comprende y acepta su contenido. Si la resolución es positiva queda
inmediatamente incorporado a la Orden y adquiere el derecho de acceder a los
otros trece libros, que componen la ‘Segunda Parte’ de los Fundamentos y
contienen la preparación secreta para la Iniciación Hiperbórea. Si la respuesta es
negativa, si no comprende o no acepta los fundamentos de la Sabiduría
Hiperbórea, sólo tiene que devolver el libro y abstenerse de hacer copias, para
quedar desvinculado de la Orden. Debo advertirle –dijo con tono de amenaza–
que la falta a esta condición es castigada severamente por la Orden”.
Capítulo IV
Oskar prometió obrar con lealtad –dijo tío Kurt– y no tuvo ningún
inconveniente en cumplir. El contenido del libro no era desconocido para
nosotros, aunque la novedad lo constituía el lenguaje filosófico de alto nivel con el
que estaba redactado: para un alemán-báltico como Oskar, la lectura de aquel
castellano puro fue una prueba extra, que sin embargo superó con juvenil
entusiasmo. De modo que al concluir la lectura, meses despúes, se apresuró a
solicitar el ingreso a la Orden de Caballeros Tirodal, siéndole asignado un día
semanal para reunirse en cierto lugar oculto con unos pocos Camaradas de
extrema confianza, que estaban estudiando la Segunda Parte de los
Fundamentos y preparándose para el kairos de la Iniciación. Y esta etapa, al
decir del propio Oskar, constituía uno de los acontecimientos más felices de su
vida. Empero, si había algo que aún disgustaba a Oskar, eso era mi ausencia de
la Orden. Tal como me lo manifestara en aquella ocasión, en Tilcara, él creía que
mi presencia y la contribución de mis conocimientos sobre la Sabiduría
Hiperbórea eran imprescindibles para fortalecer carismáticamente a la Orden.
Quería además que leyese el libro, más no se atrevía a desobedecer al Pontífice,
por lo que me rogó hasta el cansancio que lo autorizara a presentar mi nombre
para que fuese chequeado “en la Tierra y en el Cielo” y obtuviese el libro por la
via correcta.
Finalmente acepté, más para complacerlo a él que por verdadero interés,
pues, como ya comprenderás, neffe, Yo dispongo desde 1945 de las
instrucciones precisas para cumplir mi propia misión. Y esas instrucciones
proceden también de los Dioses, de los mismos Dioses de Nimrod de
Rosario que, seguramente, son asimismo los “Dioses Liberadores” que
guiaban a la Casa de Tharsis.
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