Page 479 - El Misterio de Belicena Villca
P. 479
–Mira Arturo, he pensado en estos días más de lo que tú puedes suponer,
evaluando los sucesos ocurridos y calculando cada paso que se debe realizar en
el futuro. Por medio de ese análisis estratégico global, y teniendo en cuenta mi
experiencia personal, que pronto tendrás ocasión de saber en qué consiste
puesto que te narraré la historia de mi vida, he sacado algunas conclusiones que
sería bueno tomaras en consideración. Ante todo, y tal como lo supuse desde un
principio, he comprobado que tú no estás para nada preparado para enfrentar
esta misión. –Quise protestar, pero tío Kurt alzó la mano en forma inapelable y
decidí permitirle completar su exposición–. Atiende bien, neffe: no dije que no
puedas llevarla a cabo sino que aún no estás preparado para emprender la
misión. Pero lo estarás muy pronto si comprendes mis argumentos y sigues mis
instrucciones al pie de la letra.
–Por consiguiente, lo primero que debes comprender es que jamás se
inicia una misión como ésta sin un desprendimiento previo. Lo entiendo, y no
necesitas explicármelo, que tal desapego es un estado de conciencia espiritual
que tú experimentaste desde el momento en que te lanzaste a esta aventura:
ahora mismo te sientes desconectado del mundo, liberado de las ataduras
materiales. Mas, debo decirte con realismo, que semejante actitud es
completamente subjetiva, ingenua, obstaculizante para conseguir el objetivo
espiritual; una actitud que no toma en consideración a los enemigos que tratarán
de impedir la concreción de la misión, enemigos dotados de unos poderes
terribles y que gozan de una movilidad absoluta; una actitud, en fin, que es
estratégicamente suicida. Porque ¿acaso está realmente “desconectado del
mundo” quien se dispone a “cumplir una misión espiritual” aprovechando “el
período de sus vacaciones”; quien depende “del dinero” para viajar, de un dinero
que es limitado y que en algún momento puede terminarse; quien subestima al
enemigo y deja tras de sí, fuera de sí, “puntos débiles” que pueden ser fácilmente
atacados y destruidos, es decir, quien viaja sin renunciar previamente al amor por
las “cosas del mundo”, sean éstas lo que fueren, la familia, las pro-piedades, los
amigos, el contexto habitual donde se desarrolla la vida rutinaria, etc., todos
posibles “blancos” de los golpes enemigos? No neffe; quien así se comporte es
puro y simple, un buen hombre, pero no un buen guerrero: no llegará nunca a
cumplir su misión; el Enemigo lo detendrá golpeando a sus espaldas,
amenazando o destruyendo aquello “de afuera” que él ama, aquello a lo que él
está realmente conectado, atado o apegado, aunque no lo admita o reconozca.
Comprendí perfectamente su punto de vista y le dí en el acto la razón: en
verdad Yo permanecía aún atado a muchas cosas y mi viaje no podía haber sido
más improvisado. No obstante, poco fue el tiempo del que dispuse para decidir mi
Destino. Antes bien el Destino decidió por mí, sin darme tiempo a cambiar, a
despertar, a “prepararme” como pretendía tío Kurt. ¡Todo había sucedido tan
rápido! ¿Qué debía hacer ahora? Es lo que le preguntaría a tío Kurt:
–¿Qué más podía hacer dada las circunstancias, considerando como
ocurrieron los hechos? –interrogé más para mí mismo que para tío Kurt, tratando
de justificarme–. Es cierto, todavía conservo mi trabajo, pero es que no se me
había ocurrido que podía no regresar. Y en cuanto al dinero: no soy rico y lo
sabes; y realmente no sé cómo haré para conseguir lo que necesite si esta
aventura se prolonga demasiado. Lo afectivo, por otra parte, el amor a mis
familiares y amigos, supongo que no sabré hasta qué punto lo domino sino
cuando sea sometido a una prueba: ¡con el corazón nunca se sabe, tío Kurt! Sí,
479