Page 481 - El Misterio de Belicena Villca
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Al día siguiente de aquel en el que terminó de leer la carta, a las 21,30 hs.
tío Kurt se instaló en un cómodo sillón hamaca, junto a mi cama, y luego de
permanecer pensativo unos minutos comenzó a narrarme su vida.
–Tal como te ocurre ahora a ti, una serie de “extrañas” coincidencias
influyeron de manera determinante en los primeros años de mi vida. Para
apreciar con mayor perspectiva esta aseveración, debo comenzar el relato
muchos años antes de mi nacimiento, en el momento preciso en que mi padre, el
Barón Reinaldo Von Sübermann viene al mundo, es decir en el año 1894, en la
ciudad de El Cairo, Egipto. Ese mismo año, en Alejandría, a 130 km. de El Cairo,
nace también, una persona que sería en mi vida más importante que ninguna
otra. Me refiero a Rudolph Hess, cuyo natalicio ocurrió el 26 de Abril de 1894.
A pesar de las distancias entre ambas ciudades, mi padre y Rudolph Hess
pronto se conocieron, pues los padres de Hess enviaron a éste a estudiar al
Liceo Francés de El Cairo –la escuela a la que concurría Papá– desde los seis
hasta los doce años. Compañeros de la infancia, estaban unidos por una tierna
amistad que se consolidó con los años.
Al finalizar los estudios primarios –tal como hacían muchos germanos
acomodados con sus hijos– los dos fueron internados en el Evangelische
Paedagogium de Godesberg-Am-Rheim, ciudad distante diez km. de Bonn.
Cuando ambos tenían dieciséis años, es decir en 1910, se separan para
seguir distintas carreras. Papá se matricula para el Instituto Politécnico de
Berlín en la carrera de Ingeniería Industrial. Rudolph Hess viaja a Suiza, a la
Ecole Superieure du Commerce en Neuchatel, por imposición de su padre, rico
exportador de Alejandría, quien deseaba iniciar al joven en el mundo del
comercio. La intención de Rudolph era, dentro de lo posible, cursar el Doctorado
en matemáticas.
La guerra de 1914 arruina todos los planes. Papá es reclamado por mi
familia a El Cairo, adonde regresa cuando estalla el conflicto y permanece allí
definitivamente pues al hacerse cargo del Ingenio Azucarero no podrá ya concluír
sus estudios.
Rudolph Hess, que sólo permaneció un año en Suiza, se hallaba en
Hamburgo perfeccionándose en Comercio Exterior y no vaciló en alistarse en el
Primer Regimiento de Infantería de Baviera. Fue herido dos veces, en 1916 y
1917, recibiendo la Cruz de Hierro por actos de heroísmo. En 1918 ingresa al
recién formado Cuerpo Imperial del Aire, siendo instituido como piloto calificado,
pero sin intervenir en combates aéreos pues en Noviembre de 1918 se firma el
armisticio y es desmovilizado.
Vuelve a Egipto portador de una doble tristeza: Alemania derrotada es
despedazada por el Tratado de Versalles y sus padres han muerto durante la
guerra. Los negocios familiares son atendidos por sus hermanos, el mayor Alfred,
que es contador y una hermana casada.
El no desea ocuparse del comercio y así lo hace saber: piensa retornar a
Alemania para estudiar, no ya matemáticas, sino Historia o Filosofía.
El tiempo que pasa en Egipto lo dedica a buscar respuestas para tanta
desdicha. Respuestas que sólo pueden dar los Iniciados de las grandes Sectas
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