Page 541 - El Misterio de Belicena Villca
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Dios los puede justificar. Me daba cuenta, entonces, que se trataba de un gran
                 favor el que le hacían los ingleses al  presentar los crímenes  de tan siniestros
                 Sacerdotes como naturales actos de justicia.
                        “El advenimiento de los Romanos llevó rápidamente a la caída de la
                 Orden druídica. La rebelión de Vercingetorix debe haber terminado con su
                 organización entre las tribus, pues, aunque algunas de ellas se mantuvieron
                 apartadas del conflicto, muchas se pusieron del lado de los Romanos.
                 Empero, más adelante, al comienzo de la Era Cristiana, sus prácticas
                 crueles fueron la causa de un conflicto directo con Roma, que llevó
                 finalmente a la supresión oficial del Druidismo”.
                        Y seguían las contradicciones. Un pueblo juridicista como el romano
                 ¿cómo no comprendía que los asesinatos rituales de los Druidas eran positivos
                 actos de justicia, según la convicción que el articulista expresaba renglones más
                 atrás? ¿O quizás el redactor, conocedor de la Historia, luchaba entre su deber de
                 exponer los hechos verdaderos  y una orden de los Directivos de la
                 Enciclopedia, o de otras personas de singular influencia, por la que se lo
                 obligaba a exaltar lo bueno del druidismo, muy poco por cierto, y a ocultar
                 lo malo, que era demasiado, o a edulcorar lo inocultable ? Como verás, neffe,
                 ésta era la teoría de Konrad Tarstein.
                        “Al final del siglo I D. de J.C. su status decayó hasta convertirlos en
                 simples Magos, y en el siglo II ya no se hace referencia a ellos. Un poema
                 de Ausonius muestra que en el siglo IV todavía había gente en la Galia que
                 alardeaba de su descendencia druídica”.
                        “Islas Británicas: en Gran Bretaña hay una sola mención de los
                 Druidas como contemporáneos del clero Gálico y es la referencia que hace
                 Tacitus (Annals, xv, 30), de donde se conoce que había antepasados de ese
                 nombre en Anglesey en 61 A. de J.C., pero no hay mención alguna de los
                 Druidas en toda la Historia de la Inglaterra Romana, y se podría preguntar si
                 alguna vez hubo Druidas en las provincias del Este que hayan sido
                 sometidos a la influencia Germana, antes de la invasión Romana”.
                        “Por otro lado, seguramente habría Druidas en Irlanda y Escocia, y no
                 hay razón para dudar que la Orden pudiese por lo menos remontarse al
                 siglo I ó II A. de J.C.; la palabra drai (Druida) se encuentra únicamente en
                 los glosarios Irlandeses del siglo VIII D. de J.C., pero existe una tradición
                 firme en la Historia Irlandesa actual de que los Druidas y su Ciencia
                 (druidecht) eran de un origen aborigen o Picto. Con respecto a Gales, aparte
                 de Druidas en Anglesey, es poco lo  que se puede decir excepto que los
                 primeros vates (los Cynfeirdd) muy pocas veces se hacían llamar
                 derwyddon”.
                        “El Druida Irlandés era una persona muy notable, y figura en las
                 primeras sagas como profeta, maestro y mago; no poseía, sin embargo, los
                 poderes judiciales atribuidos por César a los Druidas Galos y tampoco
                 parecía pertenecer a una colegiatura nacional con un Archidruida a la
                 cabeza”.
                        “Además en ningún texto se menciona que los Druidas Irlandeses
                 presidieran sacrificios, a pesar de  que se dice que ellos llevaban a cabo
                 adoraciones idólatras, celebraban funerales y ritos bautismales. Son mejor
                 descriptos como adivinos, que en su mayoría eran sicofantas (sic) de los
                 príncipes”.

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