Page 164 - AZUFRE ROJO
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«Entraremos en tu tumba con este aspecto». La visión roja del ángel: rūzbihān baqlī, rilke, paradžanov  163





               del ángel: «Uno de mis compañeros acababa de morir. Vi un desierto de arcilla roja, más
               allá de los siete cielos, cubierto con cuerpos envueltos en sus sudarios.»18 Rilke, en su poema
               «El ángel protector», en una apercepción visionaria roja similar a la de Rūzbihān, se ve a sí
               mismo como cuerpo en un sepulcro en esta existencia de acá abajo, sepultura donde penetra
               el ángel protector, y, no obstante, ángel innombrable, para alzarle «como pendón bermejo
               o colgadura»: «¿Cómo nombrarte? Mira arder mis labios. / Tú eres principio que se vierte
               inmenso; / yo soy el lento y temeroso “Amén”, / que, tímido, concluye tu belleza. // Del
               reposo a menudo me sacaste, / cuando me era el dormir como un sepulcro, / como perderse
               y escapar; entonces / me alzaste de las sombras de mi pecho / queriendo alzarme encima de
               las torres / como pendón bermejo o colgadura.» 19

               En el poema « o, nun  ird es doch der Engel sein» («Entonces será el ángel ciertamente»), escri-
               to en París, a f nales de 1913, el vino («der  esichte au gekl rten  ein» [«el vino esclarecido de
               visiones»]) y la sangre ([«und bin zu deinem  lute so geneigt» [«y estoy tan inclinado encima de
               tu sangre»]) se vinculan con la apercepción visionaria del ángel: «Entonces será el ángel cier-
               tamente / el que bebe despacio de mis rasgos / el vino esclarecido de visiones. / Sediento,
               ¿quién te ha llamado aquí? // Y que tú estés sediento, tú en quien la catarata / de Dios en
               cada vena se arroja: que t  tengas / también sed: abandónate a la sed / (¡cuánto me has con-
               movido!). // Y, mientras f uyo, siento / lo seca que tenías la mirada; / y estoy tan inclinado
               encima de tu sangre / que hasta inundo tus cejas, las puras.» 20

               Rilke habla de «la sangre espejeante» , motivo con claras resonancias sacrif ciales y alquími-
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               cas, «porque la fuerza de tu sangre es revelar, y no formar o decir» . Los alquimistas en-
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               señaron que la obtención de la piedra f losofal tiene varias fases: calcinación (obra en negro),
               purif cación (obra en blanco), sublimación (obra en amarillo) e incandescencia (obra en rojo).
               «Rilke tenía que acometer su transformación interior, recorriendo el camino iniciático, desde
               la razón discursiva, que es el fundamento más simple del arte (el dibujo en negro) hasta la
               depuración estética (el blanco), para culminar con la sublimación sensual (el amarillo) y la
               vislumbre incandescente que alcanzarían los versos inmortales de las Eleg as de  uino.»  El
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               «espacio interior» de la Edad Media había sido la primera escuela estética de nuestro poeta



               18  esvelamiento, § 38, p 233.
               19 R. M. Rilke,  oes a, trad. de J. M.ª Valverde; ed. de J. Llovet, Castellón: Ellago, 2007, p. 164.
               20 R. M. Rilke,  oemas a la noche   otra poes a póstuma   dispersa, ed., trad., pról. y nn. de J. A. García
               Román, Barcelona: DVD, 2008, pp. 38-9.
               21  b., p. 474.
               22 R. M. Rilke, Los  uadernos de  alte Laurids  rigge, trad. de F. Ayala; pról. G. de la Torre, Buenos
               Aires: Losada, 2.ª ed., 1968 [1958], p. 38.
               23 M. Wiesenthal, o.c., «La aparición en negro y rojo», p. 185.
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