Page 104 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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Condición previa para una cooperación armónica es que tanto el Partido como el Estado
                  se  limiten  a  los  deberes que  les  incumben:  la  crisis  del  30  de  junio  de  1934  mostró
                  tendencias  que  pretendían  transferir  la  defensa  nacional  del  Ejército  a  otras
                  organizaciones, pretensiones a las que el Führer dio un rápido fin.
                  Adolfo Hitler a hecho del Ejército alemán un firme sostén del nuevo Estado declarando
                  solemnemente  que  aquel  es  el  único  elemento  armado  de  la  nación.  El  Partido  en
                  cambio es el exponente de la idea política. De este modo, el Ejército ha adquirido una
                  base constitucional sólida y las distintas misiones de las dos grandes instituciones han
                  quedado ya firmemente establecidas.
                  Esta  nueva  situación  del  Ejército  fue  expresada  y  confirmada  en  dos  disposiciones
                  fundamentales. Primero, en los nuevos “deberes del soldado alemán”, que constan en el
                  legado  de  Hindenburg,  de  mayo  de  1934.  en  breves  frases  se  describen  los  deberes
                  militares y nacionalsocialistas. “La ordenanza militar” del soldado alemán, publicada en
                  el año 1930, contiene la siguiente frase: “El Ejército es el instrumento del poder legal
                  del Reich, protege las fronteras de Alemania y su integridad tanto en el interior como en
                  el exterior.” Actualmente se lee en su lugar lo siguiente: “El Ejército es el instrumento
                  armado del  pueblo  alemán. Protege a  la  nación  y  a  la patria,  al pueblo unido  por  el
                  nacionalsocialismo y al solar en que vive”.
                  Como se ve en lugar de poder legal,  variable según  las circunstancias, está el pueblo
                  alemán encarnado en el nacionalsocialismo.
                  Ambos textos muestran todavía otras diferencias interesantes. Así, por ejemplo, antes de
                  leía:  “El  Ejército sirve al  Estado y  no a los partidos”  mientras que ahora  se  lee:  “El
                  servicio en el Ejército es un servicio de honor al pueblo alemán”. En 1930 hablaba a
                  través de todos los artículos de la ordenanza la tradición limitada al espíritu militar  y
                  que no tenía nada de común con lo que saliera más allá de los límites del Ejército; en
                  1934, junto al glorioso pasado de la Nación alemana, de nombran también la tierra y el
                  trabajo de los cuales recoge su fuerza el Ejército.
                  El fallecimiento del Mariscal von Hindenburg dio motivo a una segunda demostración
                  histórica;  la  misma  tarde  del  día  en  que  murió,  el  Ejército  prestó  juramento  bajo  la
                  fórmula  siguiente:  “Yo  pronuncio  ante  Dios  el  sagrado  juramento  de  obedecer
                  incondicionalmente  al  Führer  de  la  Nación  y  del  pueblo  alemán,  Adolfo  Hitler,  Jefe
                  supremo del Ejército; como valiente soldado estoy dispuesto en todo momento a dar la
                  vida por este voto”.
                  Con  este  juramento  quedó  cerrado  el  ciclo  de  la  evolución  política  del  Ejército  que
                  había comenzado antes de la toma del poder por el nacionalsocialismo y significaba la
                  solución definitiva de su problema. Entre Partido y Ejército el antagonismo ha cedido su
                  puesto a la cooperación y ayuda recíprocas.
                  “De igual manera que la misión del Partido y la del Ejército están claramente separadas,
                  así debe ser de firme y fuerte la confianza mutua que una a ambos. Todos laboramos por
                  un ideal común y trabajamos para el mismo fin. La base de esta confianza mutua solo
                  puede  ser  la  ideología  nacionalsocialista,  pues  todos  somos  los  soldados  de  Adolfo
                  Hitler.  Un  buen  soldado  debe  ser  también  un  buen  nacionalsocialista.  Honramos  a
                  nuestros camaradas muertos saludando y sirviendo a Adolfo Hitler” (von Blomberg).
                  Una  vez  resuelta  la  cuestión  de  la  política  interna  del  Ejército,  Adolfo  Hitler  pudo
                  dedicarse al problema de la política externa, o sea al de la soberanía militar.
                  Algunos días después de abandonar la Sociedad de las Naciones, en octubre de 1933, el
                  Gobierno,  como  ya  hemos dicho, propuso  en  un  memorándum  la  constitución  de un
                  Ejército de 300.000 hombres; durante los primeros meses del año de 1934 se verificaron
                  repetidas negociaciones directas respecto a un convenio sobre los armamentos por un
                  plazo  de  10  años,  sobre  la  base  del  memorándum  inglés  del  22  de  enero,  que  fue



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