Page 106 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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blindados, los aeroplanos de combate y bombardeo experimentaron continuas mejoras,
se construyeron cañones enormes y se prepararon bombas explosivas, incendiarias y de
gases de mayor eficacia.
En medio de estos Estados guerreros superarmados, que organizaban cada vez en
mayores proporciones sus fuerzas motorizadas, Alemania era un país al que se le había
arrebatado el poder y estaba indefenso ante cualquier amenaza o conminación. En
consecuencia, Alemania debía insistir en el cumplimiento de la promesa que otros
países habían hecho.
De este modo surgieron los intentos de lograr un desarme general por medio de
conferencias y las primeras propuestas de convenios internacionales sobre los
armamentos; entre ellos es digno de mención el Plan MacDonald. Alemania estaba
dispuesta -como se decía en la proclamación del Führer- a aceptar este plan y a tomarlo
como base de nuevos convenios. el plan fracasó rehusado por los demás países.
La igualdad de derechos solemnemente prometida al pueblo alemán en la declaración de
diciembre de 1932 no llegó a realizarse; por consiguiente, el gobierno, para
salvaguardar el honor y los derechos vitales de la Nación, no se encontró en condiciones
de tomar parte en tales conferencias o de seguir perteneciendo a la Sociedad de las
Naciones.
Aún después de haberse retirado de la Sociedad de las Naciones, el Gobierno alemán
estaba dispuesto a examinar las propuestas de los otros Estados y a presentar a su vez
las suyas. La denegación de sus propuestas así como las de los proyectos, italiano e
inglés, concebidos en el mismo sentido, mostraron que en las otras partes contratantes
no existía la intención de cumplir las prescripciones del desarme según el Tratado de
Versalles.
Por tal motivo, el Gobierno alemán se vio obligado a tomar, por propia iniciativa, las
medidas que le parecieron más oportunas para poner fin al estado indefensa tan
denigrante como peligroso en que se encontraba el país.
La proclamación del 16 de marzo de 1935 recalcaba que el Gobierno no alentaba sino
un solo deseo: poder garantizar la paz para Alemania y para toda Europa. Como prueba
de las gestiones hechas por Alemania en beneficio de la paz se pueden citar: las
propuestas de pactos de no-agresión formuladas a los Estados vecinos, el convenio con
Polonia y la solemne promesa a Francia de que arreglada la cuestión del Saar no
existiría contra ella motivo alguno de reivindicaciones territoriales.
El Gobierno alemán tuvo que ver, a su pesar, que el resto del mundo seguía armándose
sin cesar. En la formación del Ejército soviético con 101 divisiones, es decir, 960.000
hombres en tiempos de paz, Alemania vio un peligro en el que nadie pudo pensar al
hacerse el Tratado de Versalles. Además, hizo constar que la implantación del servicio
militar por dos años en Francia transformaba el ejército con servicio militar reducido en
otro de servicio a largo plazo.
El Gobierno advirtió, finalmente, que era imposible continuar sin tomar las medidas
necesarias para la seguridad de la Nación o de ocultarlas ante el mundo. Como guardián
del honor y de los intereses de la Nación deseaba asegurarse aquellos medios de poder
imprescindibles para la conservación del Estado y para dar a Alemania el respeto a que
tiene derecho como colaboradora de la paz general.
El manifiesto terminaba con las siguientes palabras:
“En estos momentos el Gobierno alemán renueva ante el pueblo alemán y ante el mundo
la promesa de no pretender con el rearme un medio de agresión guerrera, sino
exclusivamente una garantía de la defensa de Alemania y por tanto de la conservación
de la paz. Asimismo manifiesta su firme esperanza de que el pueblo alemán , habiendo
recuperado ya su honor y gozando en toda independencia de la igualdad de derechos,
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