Page 238 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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La nueva ideología ha operado en la mujer alemana una profunda transformación, que
se refleja tanto en su interior como en su exterior. Miles de muchachas de la juventud
hitleriana se enorgullecen de llevar su sencillo vestido de chaqueta parda y falda negra,
habiendo suprimido el pelo a la garçonne (melena) y dejando crecer de nuevo sus
trenzas. Esto significa también el retorno de la juventud femenina a los principios
originales de la moral, a una mayor estimación personal y a un mayor respeto de la
opinión ajena, sin por esto pecar de gazmoñéría exagerada. A esto contribuye también el
hecho de que el hombre ha vuelto a sentir un mayor respeto hacia la mujer. El aumento
de las posibilidades de trabajo, la incorporación de los jóvenes al Servicio del Trabajo,
el Ejército, han barrido de las calles y de los locales frívolos un buen número de
señoritos juerguistas, proporcionándoseles la ocasión de conocer las reglas de conducta
de una colectividad ordenada y, entre otros, el respeto a la mujer.
En relación al nuevo sentimiento de la moral y buenas costumbres que se está
inculcando a la juventud femenina, es interesante notar las frases que el Jefe de la
Juventud ha dirigido a la Asociación de jóvenes alemanas: “Vosotras las muchachas de
nuestro pueblo, tenéis que trabajar y educaros como aquellas que en su tiempo quieren
ser también las madres de nuestro pueblo, las esposas de nuestros hombres. Los
hombres que han de formar el porvenir del pueblo alemán, necesitan mujeres de vuestra
condición. Mujeres que estén dispuestas con profunda convicción y valentía, a
compartir con sus maridos todos los sacrificios y todos los rigores de la vida. Esta es
una elevada aspiración para cada una de vosotras, por lo cual bien merece la pena
hacerse fuerte, dispuesta y capaz, aunque ello dure muchos años, y conservarse y
permanecer pura, para poder cumplir de veras esta misión.”
Por lo general, la joven alemana se siente satisfecha si puede trabajar hasta su
casamiento en una oficina, comercio o fábrica, para de esta manera aliviar la carga de su
manutención a su familia. Generalmente contribuye con una parte de su sueldo a los
gastos de la casa, y además costea ella misma los pequeños desembolsos destinados a
sus necesidades personales y a su recreo. La muchacha alemana siente una gran
inclinación hacia la asistencia a los enfermos, cuya función requiere en Alemania la
inscripción a distintos cursos de estudio y una instrucción práctica, durante un tiempo
relativamente largo. Cuando la joven alemana contrae matrimonio, abandona
alegremente su oficio, aunque ofrezca los mejores auspicios económicos imaginables,
para dedicarse por entero a su hogar y a su familia. La mayoría de los casamientos
celebrados con ayuda del préstamo matrimonial que, como ya se ha dicho, sólo se
concede en el caso de que la mujer renuncie a toda actividad profesional, puede servir
de demostración de lo que acabamos de decir.
El nacionalsocialismo ha determinado exactamente la función de la mujer y sus deberes
hacia la colectividad. El mundo de la mujer y el del hombre. La naturaleza ha hecho la
repartición justa colocando al hombre al frente de la familia, e imponiéndole, además,
como una obligación más la protección del pueblo, de la totalidad. El mundo de la
mujer feliz reside en la familia, en la convivencia con el marido y los hijos, y en el
hogar. Desde allí puede levantar luego la vista hacia la totalidad de su pueblo. Ambos
mundos constituyen juntos una sola unidad, dentro de la cual vive y se mantiene un
pueblo.
Aparte de esta misión natural de la mujer el nacionalsocialismo no interviene en ningún
modo para inducirla a invadir la esfera de actividad del hombre. A pesar de ello, el
nacionalsocialismo protesta contra la imputación muy común en el extranjero, de que no
se quieren conceder libertad ni igualdad de derechos a la mujer. En uno de sus últimos
discursos dijo el Führer: “Mientras dispongamos de varones fuertes y sanos (y de ello
cuidaremos nosotros los nacionalsocialistas), no se formará en Alemania ninguna
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