Page 89 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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La ley de Nuremberg, del 15 de septiembre de 1935, sobre la nacionalidad concede a los
judíos la nacionalidad alemana, pero les niega derechos de ciudadanía, lo que significa
que no pueden tomar parte en la formación política de la nación. Se les permite
solamente el uso de banderas judías y quedan excluidos del Servicio obligatorio Militar
y del Trabajo, del Partido y organizaciones anexas, como el Frente alemán del Trabajo,
etc.
En cuanto a la participación de los judíos en la Economía se reduce a alejarlos de toda
influencia sobre la política económica. Se les ha dejado libertad para continuar
ejerciendo sus actividades comerciales de modo que muchas casas judías prosiguen su
negocio.
Nada impide al público comprar en los establecimientos judíos; en el Kurfürstendamm
en Berlín, de cada 4 negocios uno es judío. Ningún hotelero judío es molestado;
solamente en alguno que otro sitio, particularmente en provincias, se coloca un letrero
en la puerta de los establecimientos públicos o a la entrada de los pueblos con la
inscripción “Aquí son indeseables los judíos”. En el Comercio, la marcha de los
negocios judíos no ha sufrido interrupción. En un discurso sobre la moral en los
negocios y el honor comercial en la nueva Alemania el primer Ministro
nacionalsocialista de Economía, Dr. Schmidt, declaró que “no es posible realizar una
separación entre casas arias y no arias al entablar relaciones comerciales”.
Además de las escuelas judías de distintos tipos, se ha dejado en libertad al judío para
ejercer cualquier actividad cultural, dentro de su esfera. Por iniciativa del Presidente de
la Cámara de Cultura, Hans Hinkel, se fundó hace cuatro años la “Unión Cultural
Judaica”, organización en que artistas y público son judíos. Ya al comenzar el invierno
de 1933 a 1934, esta organización trabajó con artistas judíos de renombre en el antiguo
Berliner Theater representando óperas, operetas y comedias. Apenas transcurrieron
algunos meses, este movimiento cultural judío se había extendido a otras grandes
ciudades de Prusia. Un año más tarde, existían ya más de veinte grupos artísticos en
distintos puntos del territorio alemán. En el invierno de 1934/35, pudieron contarse, sólo
en Berlín, 500.000 espectadores judíos en los teatros, conciertos y conferencias. Más
tarde, todas las organizaciones culturales judaicas y también la “Unión Cultural
Judaica” fueron fusionadas en una “Federación Nacional” en cuya dirección tomaron
parte personalidades destacadas del movimiento sionista. A esta federación pertenecen
decenas de miles de judíos y muchos artistas encuentran ocupación. Teatros ambulantes
y orquestas judías van de ciudad en ciudad; los judíos tienen la posibilidad de cultivar
su arte en veladas artísticas, etc.
La libertad en el ejercicio de su religión permanece intangible. La inculpación de
perseguir la religión de los judíos, hecha a Alemania por el Congreso mundial sionista
de Praga, es injusta. Probablemente esta inculpación se basa en la “ley contra el maltrato
a los animales” que comprende la prohibición de degollar a las reses, que como es
sabido pertenece al rito judaico. La comunidad religiosa judaica, el ejercicio de la
religión y la libertad de la fe judaica no han sido afectadas. El Tercer Reich garantiza la
protección del Estado a los judíos, lo mismo que a cualquier otra comunidad religiosa.
A las críticas apasionadas del extranjero sobre la conducta del Gobierno del Reich en la
cuestión de la raza judía el nacionalsocialismo responde:
1º Si el Estado nacionalsocialista ha tomado medidas que conceden menos derechos en
el Reich a los de sangre extraña que a los de sangre alemana, esto “no significa
menosprecio” de una raza extraña. En este tratamiento diferencial lo decisivo no es el
distinto valor de las razas extrañas sino su ¡incongruencia racial! La nueva Alemania
quiere purificar exclusivamente el cuerpo del pueblo alemán en su interior, liberarse de
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