Page 91 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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Por medio del reconocimiento de la primacía del Partido, Hitler quiso apartar de sí toda
posible apariencia de dictadura. “Hemos comenzado la construcción consciente de un
sistema -proclama el Führer es su discurso a los SA de Berlín- en el cual no existe un
dictador, sino ¡decenas de miles de dictadores! Cuando los enemigos dicen: ¡Esto es
muy fácil para Vd., usted es un dictador!, les respondemos: ¡No, señores, Vds. se
engañan! ¡No es uno solo el que dicta, sino decenas de miles, cada uno es su puesto!...”
Adolfo Hitler no pretendió establecer una diferencia de rango entre Partido y Estado;
por el contrario, pensó en una colaboración provechosa y en un intercambio activo entre
ambos, como lo demuestra la ley que acabamos de mencionar. En la práctica, se
mostraron y se muestran aún hoy algunos conflictos de competencia y diferencias de
opinión entre las autoridades políticas y administrativas, que a veces dificultan el pronto
despacho de los negocios del Estado y entorpecen la tramitación unificada que exige la
marcha de los asuntos públicos.
El Partido ha mostrado ser digno del derecho de soberanía y en los primeros años del
gobierno de Hitler se ha fundido con el Estado formando una unidad. Este proceso de
unificación no se ha terminado aún, se nota también en su manifestaciones externas, así,
por ejemplo, la orden del 12 de marzo de 1933 dispone que junto a la antigua bandera,
de negro, blanco y rojo, y hasta la reglamentación definitiva de los colores nacionales,
debe izarse la bandera con la cruz gamada. La ley del 15 de septiembre de 1935 sobre la
bandera nacional dispone que la bandera con la cruz gamada es la única nacional. Por
último, otra orden dispone que el Reich debe tener como símbolo la insignia del Partido.
Al lado del Partido, como encarnación de la idea nacionalsocialista, columna
inconmovible del Estado, se encuentra el Ejército, como defensor de la nación. Sobre
ambas instituciones descansa el Estado nacionalsocialista.
Según el concepto nacionalsocialista, el pueblo es la base del Partido, del Ejército y de
la Nación; estos pueden cumplir su misión y los fines que les impone el
nacionalsocialismo solamente si el pueblo apoya a su Gobierno con entera confianza.
Por esta razón, el nacionalsocialismo considera democrático a su régimen. “Se habla de
democracias y dictaduras -decía el Führer en uno de sus últimos discursos ante el
Reichstag- y todavía no se ha comprendido que en este país se ha llevado a cabo una
revolución cuyo resultado se puede calificar, si acaso la palabra democracia tiene algún
sentido, como democrático en el sentido más puro de la expresión. Con infalible
seguridad marchamos hacia un nuevo orden que -lo mismo que en el resto de la vida
nacional- afianza en el campo del gobierno político un proceso de selección natural y
razonable, por el cual las cabezas más idóneas de nuestro pueblo, sin tener en cuenta el
nacimiento, procedencia, nombre o riqueza, son llamadas a los puestos directivos para
los cuales están destinadas. La célebre frase de Napoleón de que ¡cada soldado debe
llevar en la mochila el bastón de mariscal encontrará en nuestro país su complemento
político! ...”
Los nacionalsocialistas diferencian claramente democracia de parlamentarismo. Ambas
denominaciones se confunden muy a menudo entre sí, debido al falso supuesto de que el
parlamentarismo es la única forma posible de la democracia. El nacionalsocialismo, con
la supresión de los partidos, llevó a la democracia a su origen primitivo, a la comunidad
del pueblo de tipo pericléico y le ha dado, por así decir, carácter “plebiscitario”.
Hitler, que sale del pueblo mismo, se apoya directamente sobre el pueblo, y su gobierno
es acaso entre todos los gobiernos el que más se esfuerza en estar en contacto estrecho y
permanente con las masas de obreros y campesinos. Por un movimiento popular, cuyas
proporciones no ha alcanzado jamás ningún otro partido, y, colocado a la cabeza del
Estado, Hitler ha consultado varias veces al pueblo, invitándolo a darle mediante el voto
su asentimiento para poner en práctica las grandes decisiones tomadas por él.
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