Page 114 - Egipto TOMO 2
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EL CAIRO
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adelante. Cuando se ha comido bastante de un
la zarpa á la tajada que mejor le parece, y
suponiendo que sea de salsa, hace oficios de
vuelta á empezar, y
plato se sirve otro, y
cuchillo, todo en una pieza, un pedazo de pan, de uno entero que se ha
cuchara, tenedor y
puesto delante de cada uno de los comensales, antes de dar comienzo á la comida. Entre
por via de aperitivo ó entremés, se sirven ensaladas aderezadas con mucho
plato y plato, y
vinagre. Por supuesto que hace el gasto de las bebidas el agua puia, con lo cual no hay
para qué decir lo bien que nos supieron el excelente café y los aromáticos cigarrillos, en
cuanto, siguiendo la práctica oriental, hubímonos lavado y jabonado manos y íostio en las
bellas vasijas de metal que nos presentaron para semejante menester.
El gaudeamos ha durado al pié de dos horas, sin que en ellas hava contecido cosa ex-
traordinaria que digna de contar sea. Al presente la voz del zikr se confunde con las notas del
kanoun y con un canto producido por una voz de soprano que procede del departamento de
las mujeres: la pintarrajeada techumbre toma mil fantásticos matices á la luz vaga que escapa
linternas, y la perfumada brisa de la noche refrigera los labios y los rostros.
de faroles y
Pocos momentos ántes de que la voz del muezm llame los fieles á la oración, desaparece el
novio; enciéndense flameros y antorchas, y los más íntimos se disponen á acompañarle á la
mezquita, en la cual debe pronunciar la plegaria de rúbrica para casos tales. Pasados breves
momentos vuelve á presentarse en traje de ceremonia, y precedido por la indispensable
murga y escoltado por los amigos predilectos aléjase, permaneciendo nosotros en el mismo
sitio con el resto de los convidados. Erna hora se ha invertido en ir á la mezquita, orar y
volver, y áun cuando en la mitad del tiempo había podido despacharse, el buen parecer no
consiente que á la vuelta se muestre impaciencia, sino que, por el contrario, han de hacerse
algunos altos, áun cuando no sea para más que escuchar los versos de tal cual cantor, que
entona alabanzas en obsequio de la joven pareja.
En cuanto á Aisha, desde el punto y hora en que ha puesto el pié en la morada de su
esposo, ha permanecido sentada y muda sin levantar los ojos del suelo, cual prescribe el uso
establecido, en virtud del cual no debe desplegar los labios ni pestañear siquiera, no obstante
que sus parientas y amigas la rodean incesantemente y á porfía le hablan de que va á aban-
donar á su padre y á su madre para entregarse en cuerpo y alma á su esposo. Paulatina-
mente v uno en pos de otro van retirándose los convidados, permaneciendo únicamente al
lado de la novia la bellaneh, que durante los dias de ayer y hoy ha desempeñado el oficio de
camarera, y la madre y la hermana, que á su vez se retiran también, no quedando ya más que
aquélla. Aisha mantiénese á su lado pálida y temblando de temor y emoción: la bellaneh, á
un momento dado, arroja sobre su cabeza un velo rojo, hace una seña, ábrese la puerta y la
desposada penetra en la cámara nupcial. La bellaneh se retira á su vez; marido y mujer se
encuentran solos y frente á frente : ha llegado el momento solemme en que el esposo ha de
levantar el velo que cubre el rostro de la desposada. «En el nombre de Dios misericordioso y
» omnipotente; » el esposo de Aisha levanta el velo y saluda á su tierna esposa, diciendo:
«Bendita sea esta noche,» á lo cual contesta ella correspondiendo al saludo: «Dios te