Page 120 - Egipto TOMO 2
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                  120                    EL CAIRO
                ensancha hasta el punto de que la estancia en ella tiene más de agradable que de incómoda
                y hasta se le permite echar un vistazo al paraíso y á los goces que en él se disfrutan, con lo
                cual pierde completamente la nocion del tiempo, en términos que el que le separa de su
                último dia pasa por él como  si no fuera más que un sólo instante.  Si no puede contestar
                satisfactoriamente á las cinco preguntas que los ángeles le dirigen, la emprenden éstos contra
                el muerto con sus tridentes, con los cuales le empujan hasta hundirle siete estados bajo
                tierra; pero ésta le rechaza hasta volverlo á su tumba, debiendo experimentar semejante
                tortura siete veces consecutivas. La imaginación de los orientales hase complacido en seme-
                jantes escenas terroríficas, que les han inspirado numerosos escritos, en los cuales se pintan
                los destinos del alma después de esta vida, de maneras distintas y con frecuencia harto
                contradictorias.
                  Séale la tierra ligera al jeque Alí. Sobre su tumba acabada de cerrar, satisfácense sus ho-
                norarios á los fikis, á los conductores del ataúd, á las plañideras, y se distribuyen dátiles, pan
               y manteca á los pobres que han acompañado el cadáver al cementerio. En cuanto al cortejo
               de amigos, se disuelve en  el mismo sitio y cada cual toma la dirección que mejor le cuadra.
                Por nuestra parte nos juzgamos en el deber de acompañar hasta su casa al hijo del difunto.
                En ella se oían aún los lamentos y los gritos de las desconsoladas mujeres y esto durante
               tres dias  ; pues la costumbre exige que los parientes y los amigos más íntimos concurran á la
               casa durante los tres dias que siguen al entierro,  y en ellos sentados en círculo y sin piar ni
               chistar, oran por el muerto ó se ocupan en la lectura del Coran. Y no es esto todo: cada jue-
               ves  , hasta tanto que el sol se haya ocultado cuarenta veces , se reunirán en la casa mortuoria
                las vecinas y las amigas de la familia , para empezar de nuevo el concierto de las lamentacio-
                nes, y los viernes siguientes, por la mañana, los que sobrevivirán se dirigirán al cementerio,
               donde depondrán palmas y cañahejas sobre la losa del sepulcro, y distribuirán á los pobres
               pan,  dátiles y otros alimentos. Así debe procederse hasta pasados cuarenta dias: después el
               sepulcro donde duerme  el sueño de  la muerte la persona amada, conviértese en lugar de
               piadosa romería, que se visita frecuentemente,
                                            y por medio de obras de beneficencia, junto al
               mismo practicadas, se procura sostener, ennoblecer y honrar la buena memoria del difunto.







                 Contamos en el presente 26 dias del mes de Safar. Por esta vez siquiera el mes de Safar
               es realmente piimaveral, pues coincide con nuestro marzo y en él el sol que baña las orillas
               del Xilo, sin ser ménos espléndido, no es tan caluroso como  el que durante el estío cae á
               plomo sobre esta tierra, desde el cielo desprovisto de nubes y de brumas. Tiempo hermoso,
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