Page 121 - Egipto TOMO 2
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EL CATEO                    121
            al e & ie fiesta. } poi lo que á nosotros toca, pensamos asociarnos á los cairotas en la série de
            iegocijadas funciones que 'an á inaugurarse. En la calle de la Mezquita de ¡as muchachas,
            nos encontramos con una pequeña cabalgata, precedida por un hombre que enarbola un
            eAandaite \eide \ rojo,
                           al cual sigue, caballero en un mulo, un jeque venerable de blanca
            Y  ^uen » a barba, en pos del cual, a pié ó cabalgando en diminutos jumentos, marcha una
            muchedumbre numerosa á cuyo íededor, gritando, saltando y haciendo cabriolas, se agita la
            obligada turbamulta de pihuelos callejeros.
              ¿Qué significa? ¿De qué se trata? No hemos tenido tiempo aún para dirigir al más vecino
            nuestias pieguntas, cuando aparece una nueva comitiva semejante á la primera: la muche-
            dumbre aumenta por instantes
                               y en las cercanías de la mezquita, cuyo nombre lleva la. calle,




















                                    PATIO Y CASA DEL CADÍ
            hácese tan densa y  compacta, que no nos queda más recurso que permanecer en medio de los
            muslimes que, sin excepción, tienen puestas devotamente sus miradas en la puerta de la casa
            del Señor. Al fin tras prolijos esfuerzos hemos logrado juntarnos á una de las comitivas que
            pasaban, y marchando con la misma nos hemos situado junto á la codiciada puerta; mas ya
           en ella , en vez de la desconocida maravilla que esperábamos descubrir, no hemos visto más
           que un joven modestamente vestido, que sentado en un poyo de piedra recibía los testimonios
           de aprecio y  veneración de los presentes, los cuales, uno en pos de otro, apresurábanse á
           besarle la mano. Era el tal el jeque Mahomet, hijo del difunto y celebérrimo santón Abd-el-
           Gani, que, jefe de la secta de los Baiyumi, merced á su piedad y á su vida ejemplar, habia
           alcanzado gran nombradla y  poderosa influencia.  Sucedióle hace poco tiempo su hijo, joven
           todavía, que inspirándose en el ejemplo de su padre, mantiénese sentado junto á la Mezquita
                EGIPTO, TOMO  II.                            o J
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